Nos da asco

Publicado: 26/10/2020
Autor

Paco Melero

Licenciado en Filología Hispánica y con un punto de locura por la Lengua Latina y su evolución hasta nuestros días.

El Loco de la salina

Tengo una pregunta que a veces me tortura: estoy loco yo o los locos son los demás. Albert Einstein

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Los locos pensamos, solo de vez en cuando, que las autoridades tendrían que intervenir ya mismo, porque las alúas pasan de las mascarillas totalmente.
Mira que aquí no nos quejamos de casi nada, pero es que esto nos trae desquiciados. Hay alúas en el manicomio por todas partes. Los locos nos pasamos el día a pisotón limpio, descolgándolas de las ventanas y sacándolas de los rincones. A mí me dan mucho asco, porque se les nota en la cara que vienen a ponernos el estómago boca arriba. Por lo visto han llegado al mismo tiempo que las lluvias y que las bajadas de temperatura. Además están aterrizando en tromba y, si no fuera por el tamaño y por el color, tendrían un gran parecido con Superman con esas alas abiertas. En todo caso, yo prefiero las alitas de pollo al horno que están muy ricas acompañadas de unas papitas fritas; no solo esto, sino que al cogerlas con los deditos, se nos ponen pringosos, pero con una pringue que da gloria. Si además tenemos un buen vino a mano, comemos como los reyes.

Bueno, ¿de qué estaba yo hablando? Ah, de las alúas. Para colmo, entre el director y mi vecino nos van a volver más majaras. Uno porque ponemos el suelo que da asco de tantos pisotones y el otro porque las va cogiendo y metiéndolas en un bote, pues dice que no las pisemos, ya que les valen para coger pajaritos en la huerta de Mainé. Los locos pensamos, solo de vez en cuando, que las autoridades tendrían que intervenir ya mismo, porque las alúas pasan de las mascarillas totalmente. Y, aunque tienen poquita cara y ninguna oreja donde agarrarlas, aquí somos todos moros o todos cristianos. Incluso se concentran en grandes grupos sin respetar las distancias permitidas. Ya esto clama al cielo. Hacen botellones asquerosos y se dispersan con mucha facilidad. Así cualquiera.

Dicen los expertos que en realidad son hormigas (no ellos, sino las alúas), que durante la época del apareamiento desarrollan esas alas para poder dejar sus hormigueros volando y crear otros nuevos. Por eso no puedo entender que, siendo la naturaleza tan sabia, nosotros los locos, que en teoría casi todos somos superiores a las hormigas, no desarrollemos alas también con las que podamos escapar de este manicomio volando, y yo el primero por supuesto. Eso sí, las pobres mueren a manojitos, aunque dicen que algunas consiguen llegar a su destino, pierden las alas y hacen un nuevo nido después de excavar los túneles que hagan falta. La naturaleza sabrá lo que hace, pero mientras tanto, aquí nos tienen todo el santo día pegando pisotones y quitándonos de encima estos bichos tan repugnantes. Es verdad que son repugnantes para nosotros, pero calculamos que entre ellas se tienen poco asco, porque se pasan las horas buscando como locas el apareamiento.

No sé por qué, pero, cuanto más las observo, más se parecen a los políticos. Primero, porque son multitud y sobra mucho más de la mitad. Segundo, porque no hacen más que multiplicarse en vez de disminuir. Tercero, porque también los políticos llegan en tromba allí donde huelen que la cosa les puede beneficiar con vistas a las elecciones, aunque estas queden muy lejos. Y cuarto, porque también ellos desarrollan alas para volar allí donde estén los votos. En fin, que estamos deseando que las alúas se centren y se queden quietecitas donde quieran y cuando quieran, pero que lo hagan pronto. Por mi parte prometo no criticarlas más, pues en el fondo hacen lo que les manda el instinto, no como otros.

Muchas veces, en mis ratos libres y lúcidos, pienso que, si a los humanos también les crecieran alas a la hora de buscar apareamientos, esto estaría lleno de gente volando.

 

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