El Loco de la salina

Carta a Rafael Vez

Y mira que, por lo que se puede leer en los Evangelios, Jesús era un tío valiente y se las jugó hasta última hora. Ni por esas.

Publicado: 19/07/2020 ·
21:49
· Actualizado: 19/07/2020 · 21:49
Autor

Paco Melero

Licenciado en Filología Hispánica y con un punto de locura por la Lengua Latina y su evolución hasta nuestros días.

El Loco de la salina

Tengo una pregunta que a veces me tortura: estoy loco yo o los locos son los demás. Albert Einstein

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Rafael, he leído ayer en el periódico del manicomio las cosas tan espantosas que quiere hacer contigo el hasta ahora señor obispo de Cádiz. Anuncia la apertura de un proceso penal canónico contra ti, que es poco más o menos que ponerte a disposición de la Santa Inquisición, a ver qué hacen con un cura que, será más bueno que el pan, pero que no se calla ni con la mascarilla apretada. Yo estaría muy preocupado, porque debido al poder de este señor, te pueden condenar a la hoguera como era costumbre del Santo Oficio, o puede que te crucifiquen en nombre de las Santas Cruzadas. No serías el primero que queman, ni el último que crucifican. Tú debes ser calladito y sumiso. Si ves algo injusto, te lo callas. Y no vayas a decir que el obispo no es de tu agrado. Eso lo tengo que decir yo, que estando loco nadie me va a abrir una cosa de esas tan raras y tan canónicas. Por cierto, dicho sea de paso, a mí me encantan los canónigos pero en la ensalada. Además, yo puedo decir, sin que me amenacen con el infierno, ni siquiera con el Purgatorio, que ese señor, a pesar de los colores chillones que lleva puestos y además de tanta mitra y tanta historia, está demostrando ser un señor impresentable. En todo caso, pienso que tú, Rafael, estás un poco loco. En las pocas veces que te he tratado, no he visto que te tengan que abrir nada de esas cosas canónicas tan horribles. También es verdad que no podía esperarse otra cosa de quien ha dejado a muchas familias en la puta calle, de quien por encima de la caridad y de la justicia ha hecho oídos sordos a tantas súplicas de gente sencilla y ha cerrado su corazón de mal empresario a tanta gente necesitada. Y no quiero poner nombres y apellidos, porque no cabrían en estas líneas, aunque están en el pensamiento de muchos gaditanos.

Por eso, Rafael, si no quieres ver más golpes de pecho ni más falsos rezos, te invito a venirte conmigo al manicomio. Aquí serás feliz; puedes decir lo que te venga en ganas; por mucho que digas, no te vamos a castigar mandándote a otro manicomio peor, ni te vamos a degradar de administrador de los locos a simple loco, ni te vamos a llevar de un sitio a otro para aburrirte y hacer callar esa lengua tan sincera que tienes. Vente y pasa de ese prenda, que vino de la gran puñeta sin conocer el rebaño gaditano y ahí lo tienes, con todo lo pastor que dice que es, oliendo a todo menos a ovejas. ¿Y en el Vaticano? ¿Se han vuelto tontos o ya lo eran? ¿Por qué este obispo no habla con claridad de las donaciones y de la gestión del patrimonio de la Iglesia y se dejan de pamplinas? Si en Roma defienden a este obispo, mal andan las cosas en el Vaticano. Menos mal que tus compañeros los curas han saltado como una piña llena de piñones y tú no te los comes. Poquitos. Y mira que, por lo que se puede leer en los Evangelios, Jesús era un tío valiente y se las jugó hasta última hora. Ni por esas.

Bueno, Rafael, a lo dicho, vente al manicomio, que aquí te tenemos por muy buena persona y está por ver quién ríe el último en esta película de degradaciones y de amenazas. Si te vienes, serás inmensamente feliz, no llorarás más, sino que al contrario te lo pasarás bomba escuchando las confesiones de los locos. Un abrazo. 

 

 

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