El Loco de la salina

Resucitar

Decía el poeta Horacio que la pálida muerte lo mismo llama a las cabañas de los humildes que a las torres de los reyes.

Publicado: 13/04/2020 ·
02:25
· Actualizado: 13/04/2020 · 02:25
Autor

Paco Melero

Licenciado en Filología Hispánica y con un punto de locura por la Lengua Latina y su evolución hasta nuestros días.

El Loco de la salina

Tengo una pregunta que a veces me tortura: estoy loco yo o los locos son los demás. Albert Einstein

VISITAR BLOG

Reconozco que estoy mal de la cabeza y que me duele todo el cuerpo, pero eso no quita que de vez en cuando se me enciendan algunas luces y se me apaguen otras. Ayer escuché hablar de la resurrección por la tele del manicomio y lo hacían con una alegría y una naturalidad que espanta, y eso fue lo que me faltaba para liarme más el coco. La realidad dice una cosa bien distinta, que el que se muere se murió, que nadie vuelve de a donde va. Por lo menos en el manicomio ninguno de los que se han ido al otro mundo ha dado señales de vida y ya han pasado locos por aquí.

Decía Saramago: “No me preocupa la muerte, me disolveré en la nada”, y digo yo, con mis pocas luces, que es lo que hay, que no hay que asustarse, que así es la naturaleza y así es el ciclo de la vida que nos ha tocado en suerte. Y encima gracias. Unos vienen y otros van. De hecho nadie se quiere morir, aunque no voy a negar que los locos estamos preocupados por todo lo que está pasando. No paran de hacer cálculos en la tele del manicomio sobre la gente que va muriendo diariamente por culpa de un virus que tiene muy mala leche. Parece que tiene nombre, que se llama Covid-19.

Les voy a ser sincero, a mí el 19 nunca me cayó bien, nunca me gustó, quizás porque es un número que siempre ejerció más de primo que de hermano. Y dicen que ahora viene atravesado. Ya las noticias no hablan de otra cosa. Y de las mascarillas. Que si llegan, que ya están llegando, que ya están ahí… Como ese virus se cuele aquí va a provocar una auténtica sangría, porque mis compañeros no hacen caso y a ver quién es el guapo que es capaz de ponerle una mascarilla a Napoleón.

Decía el poeta Horacio que la pálida muerte lo mismo llama a las cabañas de los humildes que a las torres de los reyes. Eso es pura verdad, pero, por lo visto, donde más se está cebando la fea es en las residencias de ancianos. Allí lo tiene fácil, están todos juntitos, sin defensa, arrastrando lo que les queda de vida y viendo cómo se van quedando cada vez más solos. Decía Gracián: “La muerte para los jóvenes es naufragio y para los viejos es llegar a puerto”. Muchos ancianos, que ya se sentían problema, se convirtieron también en un problema para la familia, que los tuvo que llevar allí, aunque no les gustara. En algunos casos se los quitaron de encima porque les estorbaba como un mueble viejo.

Hay hijos que no deberían haber nacido. Y muchas veces yo me pregunto si merece la pena resucitar para terminar viéndose uno entre cuatro paredes dependiendo para todo de lo que te quieran hacer. O para ver que los hijos pasan de uno y que les impiden ver incluso a sus nietos no vayan a contagiarse de las cosas de los viejos.

Sin embargo por otra parte, los locos pensamos que por fuerza tiene que haber otra vida, que alguien nos tiene que dar otra oportunidad, que esto no puede quedar así. Sería otra vida en la que ya nosotros no estaríamos locos, lo estarían otros que ahora presumen de cuerdos ahí fuera. Es lo justo. Además, no como dicen los que creen que vamos a encarnarnos en otra cosa. ¿No les parece? Lo único que deseo es que pase ya el temporal.

 

Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN