El Loco de la salina

Revuelta a casa por Navidad

Si el viaje va como debe ir, cuando llegue a Santander, que sepa que los locos lo echaremos de menos.

Publicado: 16/12/2019 ·
02:27
· Actualizado: 16/12/2019 · 02:27
Autor

Paco Melero

Licenciado en Filología Hispánica y con un punto de locura por la Lengua Latina y su evolución hasta nuestros días.

El Loco de la salina

Tengo una pregunta que a veces me tortura: estoy loco yo o los locos son los demás. Albert Einstein

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Es evidente que la Navidad ha sido inventada para volver a casa y luego irse de nuevo. Haciendo honor a su primer apellido, D. José Revuelta Soba (Pepe para los amigos), ese cardiólogo cañaílla universal, del que sus paisanos tenemos que sentirnos orgullosos, revuelve de nuevo a su casa de Santander por Navidad. Ha pasado aquí unos días y ahora mismo estará viajando de revuelta. Hoy irá leyendo estas líneas y le quería decir que se acomode tranquilamente, que le voy contar cuatro cosillas de esas que reinan en el coco de los que estamos locos de remate.

La primera es que lo tengo por un majara como muchos de los que estamos aquí dentro, y por eso aprovecho para decirle que ha quedado una vacante en el manicomio que ha de ser ocupada por alguien que esté volado del todo. Es su caso. Eso de aprovechar cualquier oportunidad para venir unos días a La Isla estando la cuna de los chicucos tan lejos como está y tragándose de golpe tantísimos kilómetros es, como mínimo, cosa de gente con ideas volanderas. Ya no, pero antiguamente los chicucos venían por estas tierras, montaban sus ultramarinos, establecían sus bares y se afincaban aquí para los restos con el pensamiento de no tener que volver sobre sus pasos, pero Pepe aterriza, y en menos que canta un gallo, aunque ya no existen gallos que canten, se vuelve a ir otra vez. Sabrá mucho sobre cómo funcionan los corazones y el suyo lo tendrá bien controlado, pero no tiene ni idea del funcionamiento normal de su propia cabeza. A no ser que sea la Isla la que lo tiene así de loco. Quizás, cuando viene de Santander, debe pasarle algo parecido a lo que me pasa a mí, que, cuando paso por mi barrio, más que andar, acaricio con mucho cariño las aceras con los pies por tanto como entre ellas viví.  

La segunda cosa es que, si su primer apellido indica una enésima vuelta, no se queda atrás el segundo, Soba, porque de volver tantas veces, es como si sobara a La Isla una y otra vez con tanto ardor amoroso como le echa. Aunque tenemos que decir en honor a la verdad que él en realidad no viene a moverse por La Isla, sino a pararse por la calle hasta con el lucero que alumbra el alba; de modo que no ve Isla, sino personas que lo asaltan y lo saludan, aunque él se deje asaltar gustosamente.  

Y la tercera cosa es que es bonito ver a esos cuatro hermanos juntos, porque tanto Rosa, como Mati, como Marisa esperan siempre con alegría la revuelta del loco de Santander y lo despiden con tristeza cuando saca el pañuelo y dice que hasta la próxima.

Bueno, en todo caso, como en el norte está cayendo la del tigre entre lluvia, viento, frío y nieve, es probable que se dé otra vez la vuelta y se quede unos días más aquí, cosa que no le daría un gran disgusto, aunque llegará un momento en que su señora esposa cogerá todos los celos del mundo por culpa de esa mujer llamada La Isla. Si el viaje va como debe ir, cuando llegue a Santander, que sepa que los locos lo echaremos de menos. Y, si ingresa de una vez en este manicomio, me gustaría ser su ayudante de quirófano para ponerles a los demás locos los corazones como relojes, aunque las cabezas las sigan teniendo a las tres y cuarto de la tarde. Un abrazo navideño y feliz viaje de regreso.

 

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