El Loco de la salina

Lo que hay que aguantar

Han progresado ellos, sus hijos, sus allegados, sus familiares, sus primos, su gente del carnet en la boca, sus simpatizantes...

Publicado: 25/11/2019 ·
01:56
· Actualizado: 25/11/2019 · 01:56
Autor

Paco Melero

Licenciado en Filología Hispánica y con un punto de locura por la Lengua Latina y su evolución hasta nuestros días.

El Loco de la salina

Tengo una pregunta que a veces me tortura: estoy loco yo o los locos son los demás. Albert Einstein

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Mientras escuchaba música en mi cuarto, me puse a reflexionar sobre eso del progreso. Estoy hartito de que algunos, que tienen de progresistas lo que Atila tenía de delicado, nos estén dando lecciones avanzadas y sacando un pecho que deberían taparse un poco con la camisita. Como el manicomio estaba hoy muy tranquilo, me fui a ver qué dicen los libros sobre la palabra “progreso”. Y he descubierto que esta palabra viene, como muchísimas otras, del latín.

Gressus indicaba lo que es ir, marchar; y poniéndole delante distintos prefijos se le iba cambiando el sentido. Así, ingreso es meterse dentro de un hospital por ejemplo, regreso es volver hacia atrás como los cangrejos, congreso es reunirse en el cine Almirante para una charla, una digresión es desviarse de un tema y salir por peteneras, progreso es tirar hacia delante... Son muchos los que se autodefinen como progresistas, y a mí me viene a la mente el chiste:

- Doctor, mi amigo Juan y yo tenemos 82 años. Y él dice que anoche se lo pasó muy bien con tres mujeres impresionantes.

- Pues dilo tú también.

Resulta que, después de ver la cantidad de millones que nos han quitado de en medio los autollamados progresistas, vemos que evidentemente ellos han progresado y han tirado hacia delante. Han progresado ellos, sus hijos, sus allegados, sus familiares, sus primos, su gente del carnet en la boca, sus simpatizantes... Están insistiendo mucho en que nadie se ha llevado un duro. Y es verdad, porque ya no hay duros, hay euros. Pero se habla poco de que con esos repartos y esas lluvias de millones se tejía una clientela y una red impresionante de estómagos agradecidos. Y esos estómagos ¿a quién iban a votar? Y así una elección y otra durante muchísimos años hasta formar un maravilloso cortijo propio y eterno. Hay un loco que siempre me dice que los trabajadores tienen que votar a la izquierda. Y hay que decir que no se equivoque, porque no todo el que dice ser de izquierdas es de izquierdas. Dilo tú también. Algunos son más de derechas que el desenterrado. No es malo ser de izquierdas o de derechas o de los laterales, lo malo es que no nos pongan el postre por ser de un lado o de otro. Bueno, a lo que iba. Con estos señores el mundo no progresa por mucho que nos quieran hacer ver lo contrario. Decía al principio que estaba escuchando música. Pues sí, estaba escuchando a Carlos Gardel que cantaba el tango “Cambalache”, y lo que soltaba por su garganta sobre el siglo XX se podría aplicar perfectamente al siglo XXI y se quedaba corto. Le pongo unos trocitos, aunque, si quiere, búsquelo y escúchelo entero. Entre otras cosas dice:

“Pero que el siglo veinte es un despliegue de maldad insolente,

ya no hay quien lo niegue, Vivimos revolcaos en un merengue

y en el mismo lodo todos manoseados.

Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor,

ignorante, sabio o chorro, generoso o estafador.

¡Todo es igual! ¡Nada es mejor! Lo mismo un burro que un gran profesor.

No hay aplazaos ni escalafón, los ignorantes nos han igualao.

Si uno vive en la impostura y otro roba en su ambición,

da lo mismo que sea cura, colchonero, Rey de Bastos, caradura o polizón.

¡Qué falta de respeto! ¡Qué atropello a la razón!

Cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón...”, etc.

A ver si nos dejamos ya de pamplinas y que nadie llame vino al pan, ni pan al vino.

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