El Loco de la salina

La carta del suelo

Contaré que el suelo de La Isla tiene mierda desde que amanece hasta que el sol se va pegando saltos por no pisarlo.

Publicado: 20/05/2019 ·
17:38
· Actualizado: 20/05/2019 · 17:38
Autor

Paco Melero

Licenciado en Filología Hispánica y con un punto de locura por la Lengua Latina y su evolución hasta nuestros días.

El Loco de la salina

Tengo una pregunta que a veces me tortura: estoy loco yo o los locos son los demás. Albert Einstein

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Miguel de Cervantes, que entendía mucho de locos y pirados, dijo que la envidia es la raíz de todos los males. Y le sobraba la razón que a mí me falta. Ya saben que Enrique Montiel, otro loco empedernido de las letras, se coló el pasado martes en el Centro de Congresos con su último libro titulado “La carta del cielo”. Lo presentó D. Antonio Bocanegra y también dijo unas palabras D. José Revuelta. Después de asistir a esa presentación, volví al manicomio tocado por los compases magistrales del violín de Carles Jaime, que acompañó la lectura que hacía Enrique de varios de sus poemas. Pero iba tan envidioso, que me puse a escribir yo también otra carta igual que él.

Dice Montiel que para hacer su libro se inspiró en la contemplación de una placa fotográfica que le enseñaron en el Observatorio. Pues yo no iba a ser menos y busqué mi inspiración en una de las losas de la calle Real. Estaba “empercochá” y llena de chicle ennegrecido, como todas las que tenía alrededor, pero no me desanimé a las primeras de cambio. Es más, ya tenía el título de mi libro: “La carta del suelo”, porque al fin y al cabo la única distancia que hay entre el cielo y el suelo son dos letras. Y, mientras caminaba, me dije a mí mismo que observar el suelo que pisamos todos los días agachando el cogote iba a ser más cómodo e interesante que coger una tortícolis mirando los millones de estrellas que abarrotan el cielo. Además, lo de ver las estrellas suena a recibir una buena cachetá. Si Enrique ha escrito lo que pone en su carta del cielo – dije para mis adentros - ¿por qué no voy yo a poder escribir también lo que quiera en la carta del suelo de La Isla? De modo que les voy a adelantar un resumen de lo que he pensado poner en esa carta que me he lanzado a escribir.

Contaré que el suelo de La Isla tiene mierda desde que amanece hasta que el sol se va pegando saltos por no pisarlo. De la cera de los penitentes solamente les cuento que la verdadera penitencia la estamos haciendo todos los cañaíllas. Parece que el camión que comenzó su limpieza, viendo que los penitentes están en sus casas tan panchos, ha tirado la toalla y ha dejado que se encarguen de la tarea los propios coches y los resbaladizos peatones. Diré también que el suelo cañaílla está hartito de sufrir culos de perros cagando y meando en su propia cara. Hay sitios, donde la pringue ya es lo normal, que no ven la lejía desde que los romanos hacían guardia en el Puente Zuazo. Muchos contenedores, aunque están de mugre hasta las tapas, no hablan porque Dios no les dio esa facultad. Por si faltaba poco, ahora andan diciendo por ahí que todo el mundo tiene que fichar y que hay que acostumbrarse a picar. Pues, como encima la gente se ponga a picar el suelo de La Isla cada vez que pasa por un sitio, es lo que nos faltaba.

Bueno, espero que vayan a la presentación de mi libro. La carta del suelo va a ser mucho mejor que la de Enrique, más realista, más loca, más callejera y más metida en faena, aunque lo mismo no la escribo, si los políticos cumplen los millones de promesas que están haciendo sobre que van a dejar La Isla como la patena.

Me voy, porque la tapa del pecho se me va a partir de la risa.  

 

 

 

 

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