El Loco de la salina

Esto es lo que hay

Aprovecho este último rinconcito, si me lo permiten, que me lo van a permitir, para felicitar a mi hija por su cumpleaños. Te quiero.

Publicado: 24/02/2019 ·
23:45
· Actualizado: 24/02/2019 · 23:45
Autor

Paco Melero

Licenciado en Filología Hispánica y con un punto de locura por la Lengua Latina y su evolución hasta nuestros días.

El Loco de la salina

Tengo una pregunta que a veces me tortura: estoy loco yo o los locos son los demás. Albert Einstein

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Ya está ahí el Carnaval. Se nota en el ambiente, en la tele, en el cielo, en el infierno y sobre todo en Cádiz. El bombardeo de coplas del Concurso de agrupaciones por la tele en el Gran Teatro Falla es continuo y perseverante. Lo que pasa es que muchos locos no se enteran aquí de la misa la mitad y por muy pegado que tengan el oído al aparato no se aclaran con las letras. Por otra parte, me han dicho en el manicomio que han puesto en el desenfoscado Castillo de San Romualdo una exposición sobre la historia desenfoscada del Carnaval de San Fernando. No me ha dado tiempo de verla, pero la semana que viene, si me dejan suelto, daré una vueltecita por allí y les contaré algo sobre esa cosa. Mientras tanto, vamos a hablar de otras historias que nos zarandean el cerebro cada día, y nosotros estamos aquí como para que nos machaquen el órgano más averiado de nuestro cuerpo serrano. Me refiero a la política y a los políticos, a las elecciones, a las votaciones y a todo lo que termine en –ones (me voy a callar).

A estas pocas alturas estamos ya tan hartitos de la política y de los políticos, que no quería yo que terminara el mes de febrero, el más cortito del año y sin duda el más loco, sin contarles la cantidad de cosas que se han dicho de ella y de ellos a través de los tiempos. Ahí van algunas:  “La política es el arte de impedir que la gente se meta en lo que sí le importa”. Es una verdad como la vida misma. ¿Y qué es lo que le importa a la gente? Pues el abuso del recibo de la luz, el paro, la cesta de la compra… Y lo que menos le interesa son los codazos que se dan sus señorías y los navajazos que se pegan por un puesto en las listas, por ejemplo. Ahí va otra frase, espejo de lo que está pasando: “Un político hará cualquier cosa por conservar su puesto. Incluso se convertirá en un patriota”. ¿Les suena? Póngale usted nombre y apellidos, que lo tiene fácil ahora que la bandera de España va de mano en mano. Otra: “Cuando los que mandan pierden la vergüenza, los que obedecen pierden el respeto”. Clavado, porque hace mucho tiempo que llevamos ese camino. Otra: “La política es el arte de disfrazar de interés general el interés particular”. Más claro es imposible. Sin embargo, hay una cosa que dentro de mis pocas luces considero que es esencial y lo he repetido muchísimas veces. Un tío (o una tía) no puede permanecer en el poder más de dos legislaturas, es decir, ocho añitos, o a lo máximo diez. Aquí lo que está pasando es que algunos cogen el butacón, se tiran sentados en él setecientos años y no se van, aunque les amenacen con obligarles a escuchar tres popurrís de comparsa seguidos. Y después pasa lo que pasa. Por eso, aunque Venezuela me cae un poco lejos, hay una frase de Simón Bolívar que a mí me llama mucho la atención, porque señala una de las causas más importantes de lo que nos está pasando en este manicomio de locos que es España. Dice: “Nada es tan peligroso como dejar permanecer largo tiempo a un mismo ciudadano en el poder. El pueblo se acostumbra a obedecerle y él a mandarlo, de donde se originan la usurpación y la tiranía”.

La verdad es que con tantas elecciones nos queda un auténtico calvario por delante. Intentaremos aguantar el tipo sin desmayar.

Aprovecho este último rinconcito, si me lo permiten, que me lo van a permitir, para felicitar a mi hija por su cumpleaños. Te quiero.

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