El Loco de la salina

Oro en aceite

Por lo visto los de Paquiqui han lanzado una partida al mercado tan limitada que lo que han conseguido es ponernos los dientes largos.

Publicado: 17/09/2018 ·
01:21
· Actualizado: 17/09/2018 · 01:21
Autor

Paco Melero

Licenciado en Filología Hispánica y con un punto de locura por la Lengua Latina y su evolución hasta nuestros días.

El Loco de la salina

Tengo una pregunta que a veces me tortura: estoy loco yo o los locos son los demás. Albert Einstein

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En el manicomio estamos más locos que de costumbre, porque nos hemos enterado de que unos cuantos majaras más locos que nosotros han decidido sacar a la venta oro en aceite. ¿Oro en aceite? Así, como suena. He ido del tirón al psiquiatra, me he recostado en el sofá y le he confesado que me paso las noches soñando con lingotes de oro y con Paquiqui repitiendo su nombre dos mil veces. Le he tenido que informar de que hace mucho tiempo las famosas caballas de Paquiqui eran únicas en el mundo, pero que desde el año 1990 dejaron de hacerlas en La Isla para pena de los cañaíllas. Y que ahora vuelven a fabricarlas otra vez en forma de lingotes de oro de un kilo de peso. L

a cuestión es que el pasado regresa recordando nuestros tiempos felices de juventud, el presente pega un frenazo y el porvenir nos pone como motos esperando encontrar esas caballas. El psiquiatra se ha tirado unas cuantas horas conmigo y de pronto se ha levantado bruscamente, me ha dejado en el sofá y se ha ido como un loco más a buscar también una de esas míticas latas de tanto nombre y fama en La Isla. La noticia ha corrido como la pólvora en el manicomio y ha cundido el interés entre todos los volados que estamos aquí involuntariamente, de manera que nos hemos puesto de acuerdo para distribuirnos por toda La Isla a ver si tenemos lo que hay que tener para encontrar una de esas bonitas latas doradas que llevan por nombre “Conservas del abuelo Paquiqui”.

Hemos ido peregrinando de tienda en tienda, le hemos preguntado a Pepe Torrecilla y nos han dicho que allí lo que venden de momento es carne y jamones, pero que están en ello y que esperan tenerlas pronto. No nos henos rendido y nos hemos lanzado a ver si las encontramos en Pata Negra. Allí nos han dicho que las que tenían han volado de golpe, pero que mañana las tendrían ya. Nos hemos quedado sorprendidos porque una lata no suele volar, y menos de oro con lo que pesa. Eso sí, nos ha dado a probar una lata abierta que tenía allí preparada y se nos han caído dos lagrimones de gusto por lo buenas que estaban.

Seguro que en La Isla habrá todavía quien le ponga pegas y quien se meta con un metro a medir y a comparar el tamaño de los trocitos de caballa. Sin embargo hay que ver para creérselo esos pedazos de lomos de caballas bien ordenados, peinaditos y brillantes para darse cuenta de lo que en su día perdió La Isla y de lo que está ganando ahora gracias a los herederos de Manuel Sierra. Hemos vuelto al día siguiente y Juan nos dice que siguen sin llegar los lingotes de oro. Por lo visto los de Paquiqui han lanzado una partida al mercado tan limitada que lo que han conseguido es ponernos los dientes largos y los ojitos como ventanas abiertas de par en par. Habrá que seguir buscando y los locos estamos dispuestos incluso a asaltar, como en el oeste, la diligencia siempre cargada de oro.

Sin embargo desde aquí queremos pedirle un favor a la gente de Paquiqui. Que por Dios nos digan dónde podemos conseguir esos lingotes de oro. Que no podemos más. Que no queremos volvernos más locos de lo que ya estamos buscando las latas de tienda en tienda y que nos mande un par de latas doradas al manicomio. Que todos los locos soñamos todas las noches con llevarnos a la boca un trocito de  caballa de oro bañada con el fantástico aceite que la acompaña.

Gracias por adelantado.        

 

 

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