Una exposición fantasma

Publicado: 30/04/2017
¿Eso es una exposición sobre Camarón? Todo lo demás que se vaya a hacer en La Isla hasta el 2 de julio, fecha de su muerte, ¿será de igual categoría?
Después de darle muchas vueltas a mi desquiciado coco, decidí acercarme al despacho del director del manicomio. La verdad es que llevaba mucho tiempo abusando de su infinita paciencia y pidiéndole continuos permisos para ir a La Isla, pero esta vez el tema era importante. Uno no va todos los días a una exposición sobre aspectos inéditos de Camarón de La Isla. Así que se lo argumenté como pude y para sorpresa mía me dijo que ya estaba tardando en irme y que él era un fiebre empedernido de Camarón de La Isla.

Empezó a cantar por Camarón y todavía tengo el oído desajustado. Así que lo dejé allí desafinando, salí disparado y llegué ansioso al Centro de Congresos. Parece que a la inauguración de esta exposición asistieron la Alcaldesa, el Director General de Innovación Cultural y del Libro, la Delegada Territorial de Cádiz, la Directora del Instituto Andaluz del Flamenco…, es decir, la cosa tuvo que ser sonada por la cantidad de mayúsculas que acumulaba en sus cargos cada asistente.

De golpe me topé con un mural en el que rezaba: “Camarón vive. 25 Años. Mito, leyenda y revolución”. Bajé nervioso la escalera que da acceso a la exposición y a medida que me iba asomando a la sala se me iba poniendo la cara cada vez más colorada. Cinco paneles en blanco y negro con fotos y breves explicaciones por delante y por detrás, a los que los organizadores pomposamente llaman bloques temáticos, aunque tienen más de bloques que de temáticos, se esforzaban sin éxito en abarcar espacio. Sin más detalles, sin más colorido, sin más de nada. Una exposición fantasma.

Por resumir los cinco paneles. Uno habla de que Camarón era un prodigio con la guitarra y que tenía más de cien; el segundo, de la hermandad de sangre que había sellado con Paco de Lucía; el tercero, de que una vez Camarón quiso ser torero; el cuarto, de la revolución que ha supuesto Camarón para el flamenco y finalmente, el quinto habla del motivo por el que a su mujer le llaman Chispa y poquito más. Alguna foto poco vista y pare usted de contar.

Sin poder creérmelo todavía, abrí una puerta que había al fondo de la sala esperando encontrarme con una galería repleta de gratas sorpresas. Cero patatero. Me dije para mí que a quién se le habría ocurrido semejante exposición, que dónde estaban los asesores que habían aconsejado tal cosa, que aquello no cabía en cabeza humana y menos en la mía, por supuesto…

Se respiraba una pobreza de ideas y se adivinaba tal interés en los políticos por hacerse la foto, que a mí por lo menos me llenó de indignación. Después he preguntado en la calle y, por lo visto y escuchado, los indignados son multitud ¿Eso es una exposición sobre Camarón? Todo lo demás que se vaya a hacer en La Isla hasta el 2 de julio, fecha de su muerte, ¿será de igual categoría? Vamos apañados. La cosa en la sala estaba muy cortita. Era como si se quisiera engordar el tema y echarle más madera al tren del dossier.

La exposición sigue todavía en el Centro de Congresos; haga un esfuerzo y vaya a verla, por favor. Y después, si me tiene que decir que estoy equivocado, dígamelo y además tómese la libertad de insultarme, póngame de cateto, tácheme de loco…, pero, si llevo razón (cosa rara), llame urgentemente al manicomio y, si el director ha dejado de cantar por Camarón y de destrozarlo, dígale que llevo más razón que un santo a ver si me suelta de una vez. Me acordé de algunas leyes de Murphy: “No hay límite a lo mal que pueden salir las cosas”, “Todo lo que comienza bien acaba mal. Todo lo que comienza mal acaba peor” y “Todos creemos en algo; yo creo que me voy a tomar una cerveza ahora mismo”. Para olvidar. Hasta luego.

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