Llevo unos días loco (bueno, en realidad llevo más tiempo) recorriendo gasolineras a la búsqueda de facturas. No está la cosa para ir tirando el dinero y, como me he enterado de la última faena que nos han hecho desde las alturas, aquí está el tío dispuesto a no regalar ni un céntimo a estos impresentables. Resulta que por lo visto estábamos pagando un tributo que se llamaba “céntimo sanitario”, que precisamente por ser un céntimo quién se iba a preocupar de reclamarlo, a no ser que fuera catalán. En verdad ese impuesto tiene un nombre más largo y dificultoso: “Impuesto sobre ventas Minoristas de Determinados Hidrocarburos”, es decir, maquillaje total.
Pero, claro, un céntimo, que no es nada, se convierte en muchísimo cuando tantos millones de ingenuos lo van depositando en un sitito y otro más listo los va recogiendo. Pues bien, las autoridades europeas, que tantas patadas en la boca le están dando al gobierno español, han vuelto a darle otra más fuerte todavía. Ahora se descuelga Europa diciendo que cobrar ese céntimo es ilegal y que para colmo el céntimo sanitario ni es céntimo, ni es sanitario, sino todo lo contrario. ¿Ustedes entienden algo? Definitivamente nos quieren volver locos a todos.
Después de estas declaraciones se nos ha vuelto a quedar una carita de tontos impresionante. No es céntimo, porque entre el gobierno central y bastantes autonomías se han encargado de que sean varios los céntimos recaudados. Por lógica, si el que va a robar mete la mano en el bolsillo y no encuentra la más mínima resistencia, tiende a llevarse hasta el volante del médico que reposaba en la solapilla de la cartera. Ya estamos hablando de un montón de millones. Pero es que además no es sanitario, porque casi nunca se usó para financiar la sanidad que es para lo que se debía usar. Es lo mismo que si a mi nieto le doy cinco euros para una libreta y me viene con una bolsa de chucherías. Demasiado bien nos trata Europa que no nos parte la cara de una vez.
Pues bien, como se ha descubierto el pastel, ahora toca devolver lo robado. Ja,ja,ja,ja. Cuando pienso en la devolución de cualquier dinero robado aquí en España, me da una risa tan tonta que me tienen que sujetar entre unos cuantos y darme doble ración de pastillas. No hay precedentes de ninguna devolución de pasta. Aquí el que devuelve algo es porque se mete los dedos para vomitar. A lo que iba.
Para recuperar los céntimos que me han robado a mí particularmente debo acreditar con facturas toda la gasolina que metí en el depósito de mi coche desde el año 2002 hasta el 2012. Además no valen los tiques de caja de la gasolinera, ni los extractos del banco, ni las operaciones con tarjeta, ni los testigos, ni los juramentos. Pero es que además a los cuatro años prescribe la cuestión, por lo que lo pagado antes del año 2010 tiene otro camino más tortuosos, largo y aburrido.
Después, y suponiendo que se presenten todas las facturas como Dios manda y se haya recorrido el infierno de ir contra el patrimonio del Estado, hay que esperar sentencia. Luego, suponiendo que la sentencia sea favorable y justa, hay que esperar que se ejecute. Me muero, resucito, me vuelvo a morir y a resucitar y al final no he cobrado.
Finalmente, si cobro, me devolverán tres o cuatro euros. Pero como no quiero que nadie se quede con lo mío, aquí me tienen gasolinera por gasolinera buscando facturas. ¿Alguien me puede ayudar? Mientras tanto, los enfermos en los pasillos esperando como yo a que alguien con cierta dosis de vergüenza devuelva lo que en nuestra misma cara se ha llevado.
No tenemos remedio. Sin embargo ya saben. Yo por lo menos a partir de ahora mismo pido factura hasta de las pipas que compro y tengo en mi cuarto una estantería para irlas guardando. Le recomiendo que haga usted lo mismo. Y, si alguien no se la quiere dar, dígale que va de parte mía.