No por mucho que ya hayan pasado unos días desde que se supo el fatal desenlace de la desaparición del pequeño Gabriel Cruz, la actualidad en gran medida la siguen marcando las novedades que aparecen sobre la presunta autora (¡ay, que risa) Ana Julia Quezada y todo lo que se mueve alrededor de este terrible suceso. El clamor de todo el pueblo de Almería no ha logrado ensombrecer y acallar las otras terribles voces que siguen asesinando a este niño y, de paso, a sus padres, esos que han dado pruebas de una entereza que muchos la quisiéramos para nosotros.
Sí, salen voces vociferantes que hablan de no sé qué prejuicios. Voces que vienen siempre desde el mismo espectro político -ustedes saben igual que yo de qué lado y color son- que opinan que la prisión permanente revisable responde sólo a deseos de venganza. Por eso, hoy jueves, con toda probabilidad, PSOE, Podemos y los nacionalistas tumbarán una propuesta de Ciudadanos que busca frenar esta derogación. La propuesta del partido naranja, lícita como cualquier otra, pide además endurecer el acceso al tercer grado de los condenados por este tipo penal. Actualmente, una persona condenada a prisión permanente puede acceder al tercer grado a los 15 años de cumplimiento de la condena. Ciudadanos plantea que sea a los 20.
La votación de hoy es sólo un paso más en la tramitación parlamentaria de la derogación de la prisión permanente. Queda pendiente, según destacan las informaciones, la fase de enmiendas parciales, otra votación en pleno con el dictamen final y el Senado, donde el PP tiene mayoría absoluta. Es decir, la derogación de la prisión permanente todavía tiene un largo camino por recorrer. Y como siempre ha salido la frase mágica, esa de “no se puede legislar en caliente”.
España es un clamor, ha sido un clamor y debe seguir siéndolo. Personas como esta malnacida que ha acabado con la vida de un niño de una manera fría y “no en caliente” se merece que legislemos “en caliente” antes de que se nos olvide. La cárcel es lo que debe esperarle y para cuanto más tiempo mejor. Todo esto que escribo “en caliente” sé que me pasará la factura precisa en las redes sociales de aquellos que van con el disfraz de modernos por la vida. Me da igual. Lo escrito queda, sea “en caliente” o “en frío”.
Esta malnacida ya cuenta con el beneplácito de que en España todos somos inocentes hasta que no se demuestre lo contrario. Y yo añadiría que, en realidad, lo que somos es unos más inocentes que otros. Y siempre perdemos los últimos.
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