Llegas de viaje y cuando vas subiendo las escaleras mecánicas de la Estación de Santa Justa te topas de frente con una pantalla publicitaria que habla de los 20 años de una firma, concretamente de una editorial. Descubres, en ese instante, que huele a andaluz, con proyección nacional e internacional. Y entonces piensas que el talento ni tiene ni entiende de fronteras.
Ustedes lo habrán visto en algún medio de comunicación: la editorial Almuzara está celebrando sus primeros 20 años de existencia. 20 años de cultura, arriesgando en un negocio que, en ocasiones, tiene más sombras que luces, ya que todos, absolutamente todos, leemos menos. Y a los niños y a los jóvenes, en las escuelas, no se le inculca como es debido eso de leer. De leer lo que sea, pero leer, que es el caso.
Hoy traigo a Almuzara a esta columna por su cumpleaños, por el cual nos felicitamos todos. Porque decir Almuzara es decir cultura. Cultura de la que nace en Andalucía, lo que la impregna de un plus de prestigio. Cultura que nace en Córdoba, la tierra que vio nacer a artistas que van desde Juan de Mesa a Josefina Molina; de Averroes a Dora la Cordobesita; de Julio Romero de Torres a India Martínez; de Manolete a Séneca; de la Córdoba de Antonio Gala. Una cultura que corre como el río grande que baña sus orillas. Y se hace mar para expandirse por España. Y se hace océano para llegar al resto del mundo.
Cultura de la que llena los anaqueles de librerías y bibliotecas, de domicilios y despachos. Y mucho más, porque Almuzara se encuentra a la vanguardia de las nuevas tecnologías no sólo por su intuitiva página web, sino por ofrecer a los lectores libros electrónicos y audio libros, sin abandonar el romanticismo de la tinta y el tacto del papel, un concepto del que muchos no nos apartamos.
Alguien dijo que “los libros nunca mueren, solo reposan en el tiempo y envejecen cuando sus dueños mueren, dando calor a las estancias sin vida, disparando nuestra imaginación y abrazando nuestras voces”. Para ello es necesario que existan aquellos que se ocupan no solo de escribirlos, sino de transmitirlos, de convertir el pensamiento y la obra en páginas antes desnudas de letras para hacerlos llegar al lector, que en suma es el último eslabón de la cadena… o no: porque en los libros están las huellas de nuestros ancestros, con la tinta fresca aún de las anotaciones en las hojas de respeto. En los libros, de alguna forma, está también la historia de nuestras vidas, de nuestras familias, de nuestros amigos. Está el tiempo detenido.
Es de celebrar y de alegrarse de que, desde Andalucía, exportemos cultura al mundo. Así lo lleva haciendo Almuzara desde hace 20 años. Felicidades, por tanto, a los padres de la criatura. Y felicidades también a todos los que aún disfrutamos teniendo un libro entre nuestras manos.
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