El jardín de Bomarzo

La fractura del PP-A

Lo que ha pasado tiene su lectura en la lucha por el poder y el control en Andalucía y por mucho que se diga que no hay tutelajes, los hay, los hubo, los habrá

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Desde que Javier Arenas y Antonio Sanz anunciaran el pasado lunes su repentina y sorprendente dimisión al frente del PP-A la pregunta interna, soterrada y constante que el gaviota team andaluz se ha venido haciendo es qué ha propiciado una decisión tan drástica que modifica por completo la hoja de ruta que tenía trazada el hasta entonces presidente andaluz, que aunque ahora públicamente diga lo contrario pensaba convocar el congreso regional para después del verano con la idea de salir reelegido como presidente para, con tiempo por delante, mando y autodescartado él, seleccionar a un candidato suyo que concurriera a las próximas autonómicas. Pero pasó Cospedal.

María Dolores, secretaria general y número dos del PP, es a día de hoy la enemistad más curtida que dentro del partido tiene Arenas y fruto de ella y del resultado insuficiente obtenido por el candidato popular en las autonómicas ha movido sus piezas en la idea de arrebatarle el control del partido en Andalucía hasta llegar a un punto, hace unos días y con el beneplácito de Rajoy, de obligarle a adelantar el congreso a julio y descartarle en toda regla como candidato para presidente. Al mismo tiempo, y conociendo las escasas cartas en materia sucesoria que tiene el PP-A, la también presidenta de Castilla-La Mancha se ha venido acercado desde marzo mucho por Sevilla para mantener contactos permanentes con Zoido, que aunque amigo íntimo de Arenas se ha dejado seducir por los cantos de sirena de la narcotizante voz del poder nacional. Cosas de la política.

El choque final se produce a mediados de la pasada semana cuando Arenas, asumido el hecho que debe adelantar el congreso y que no puede repetir y, visto el acercamiento de Zoido con Cospedal, propone para el cargo de presidente a su hasta entonces secretario general, Antonio Sanz, que acepta. Y lo hace porque se lo propone su amigo-jefe Javier, significa un ascenso y representa el mantener el control del partido en Andalucía dentro de la misma corriente política, reforzada incluso con la presencia de Arenas en Génova.

Pero Cospedal dice que antes muerta que sencilla y le gana a Javier en el arbitraje de Rajoy, que en este caso se pone de perfil y apoya a su número dos avalado, además, por voces en Andalucía que para nada ven el tutelaje pretendido por Arenas hacia Sanz, que ante la negativa de casi todos se muestra muy decepcionado porque, piensa, “son peores” determinados compañeros que los adversarios políticos. Ciertamente. No obstante, Cospedal propone que Sanz mantenga la secretaría general que actualmente ocupa manteniendo la presidencia para Zoido para, de este modo, evitar que ambos dimitan y se le cuelen en Génova, pero a Sanz no le seduce para nada verse otra vez en el papel que ocupó cuando años atrás cediera Arenas el liderazgo a Teófila Martínez, alcaldesa de Cádiz, y se mantuviera él en la secretaría general, y menos bajo las órdenes de un Zoido que hasta ahora ha tenido un peso menor al suyo en el partido. Demasiado trago. A su lado, Javier, muy enfadado y por ello decidido a dar la batalla por el control futuro de un partido en Andalucía que ha sido suyo los últimos veinte años.

El jueves toman la decisión ambos de dimitir, desconvocan una interpalamentaria prevista para el viernes por la mañana en El Puerto y pasan el fin de semana juntos hasta llegar a el lunes cuando, sin perder más tiempo y en la sevillana sede del PP, dimiten, lo que voces internas interpretan fue algo así como darse “un tiro en el pie”.

Arenas contaba que en su pugna con Cospedal encontraría al final el apoyo del presidente, pero en Génova parten de la idea de que en Andalucía hay que cambiar de rumbo y de velero y hacerlo ya, antes del verano, y no verse inmersos en un proceso dilatador que metería al partido en un debate peligroso, cuestión al margen y no valorada aún es que Zoido sea la persona adecuada para una futura candidatura a tenor de la imagen que ofrece de “señorito de derechas”, se opina, que no es capaz de amortiguar la caída en Sevilla, donde decae a pesar de llevar invertidos en su tele municipal más de 10 millones de euros este año tras la última ampliación de capital y al que, por otra parte, se le cuestionan capacidades para pelear el voto en esa Andalucía rural que habita en Andújar, Lucena, Écija, Isla Cristina o Conil, que es donde se gana la Junta y donde hoy el PSOE anida relajado.

Dimitidos, ponen al secretario general nuevo, Elías Bendodo. Suyo ahora, antes de otros, perfil volátil, pero en todo caso contrapeso malagueño al sevillanismo de Zoido y, al mismo tiempo, a Cospedal. Oteando el escenario, de los primeros que públicamente sale insinuándose en contra de Zoido es el alcalde de Málaga, Paco de la Torre, que no es de uno ni de otros, es de él y del poder que le dan sus votos, como Teo, y salta porque quiere cosas. Y, en principio, logra una y otra posible. La primera que Zoido abandone la FEMP para optar él como antes hizo y no logró y, la segunda, la secretaría general para Bendodo, que es de Málaga, a saber si para controlar orgánicamente o para darle pasaporte, de darse el caso, y quedarse con la Diputación de su provincia, hoy presidida por el designado para nuevo secretario general.

El colofón a la historia se produce en sede parlamentaria cuando Arenas abandona su sillón habitual de presidente y retrocede tres filas pero lo hace en solitario, no le acompaña Sanz, que en vez de quedarse en su sillón de portavoz o irse con él se sienta en el de presidente, lo que mentes sibilinas en las artes escénicas de la política de altura interpretan como un mensaje para navegantes. Javier y Antonio marchan a Génova, uno como vicesecretario nacional y otro, presumiblemente, con alguna secretaría nacional -veremos en qué planta le ubican-, donde sobre todo el primero colaborará desde ahora en mejorar la política de comunicación del Gobierno con ese verbo fácil que le caracteriza y, ambos, disputarán a Cospedal el control de aquí y de allí, lo que ella quería evitar a toda costa dejando al segundo en Andalucía con un cargo controlado. Pese a todo, no duda en darle a Arenas un caluroso abrazo público ayer en San Sebastián frente a los populares vascos porque, sea de oso o no, no hay que perder las formas y la fractura pública del partido no le interesa a ninguno. En definitiva, lo que ha pasado tiene su lectura en la lucha por el poder y el control en Andalucía y por mucho que se diga que no hay tutelajes, los hay, los hubo, los habrá.

La confusión en todo el PP-A es mayor, un partido presidencialista que en su base hoy no entiende qué está pasando, por qué Javier se ha ido de este modo y cómo actuarán los que vengan para, finalmente, qué repercusión tendrá en las provincias o en los municipios. Y este hecho ocupará el siguiente debate interno porque, no olviden, veinte años es toda una vida apadrinando nombramientos que hoy quedan huérfanos.

Te recuerdo. En la España del recorte, termino y cambio el tercio, se siguen diciendo unas cosas e internamente se hacen otras, como, no puedo evitarlo, la soberana falta de decoro mostrada por IU nombrando nada menos que directora general a la hija del europarlamentario Willy Meyer, Amanda, te recuerdo, cuya valía profesional no discuto como su padre hace constar pero, imagino, como la de otros tantos andaluces que no tienen padre con mano. Y lo hace la Izquierda Unida obrera impoluta y defensora de la transparencia y el antienchufismo. Pues vale.

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