La chirigota de Algeciras, que el año pasado no logró superar el corte de preliminares, se presentó en el Gran Teatro Falla representando a la moda actual de algunas embarazadas de pintarse la barriga y de celebrar una fiesta de nacimiento. Lo hicieron, además, con dos grupos bien diferenciados: las pijas y las chonis, rivales pero unidas en el deseo de ser madres.
El primero de los pasodobles fue para la devoción que sienten por el Carnaval. Lo cantaron como aquel que necesita sentirse querido de nuevo por su amor para terminar refiriéndose a la fiesta grande de Cádiz invitándolo a que haga "lo que quiera" con él. El segundo, para la situación actual de la sanidad española y, de paso, para elogiar la actitud de Amancio Ortega donando artilugios y herramientas para mejorar y facilitar la labor de los médicos del país.
La tanda de cuplés, en cambio, la empezaron con una letra al propio tipo y la pintura de las barrigas y la continuaron con un cuplé dedicado a aquellas veganas que afirmaron que las gallinas merecían una vida mejor y no ser violadas. El popurrí no terminó de conectar con el público y cerró un discreto pase de clasificatorias.
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