Desde Tarifa y sin levantera que se sepa, estos muñecos diabólicos causan miedo, mucho miedo. Pavor ante un pase que no deja indiferente a nadie. Las cositas de preliminares y su descaro. En su primer pasodoble entonan que en Carnaval todos piropean a Cádiz, ellos no lo harán por ser una hipocresía. Meter en un cuplé el afilador y a Álvaro Ojeda no tiene desperdicio.
Actuación cuanto menos surrealista de la chirigota tarifeña que despertó del letargo al público que intentaba encontrar el sentido a unas letras y a una música que dejó el sentido verdadero de clasificatorias. Memorable el Chuki Norris.
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