Han pasado 18 meses que aún seguimos con un Gobierno en funciones. Pedro Sánchez aún no se ha enterado que con Esquerra Republicana no se puede llegar a un acuerdo dentro del marco constitucional, empeñándose en presentarlo como una opción responsable cuando estamos viendo que esto empieza a ser la crónica de un fracaso al cometer los mismos errores que cometió el PP en 2017 al fiarse de ERC, cuando la vicepresidenta, denipotenciaria, Sáenz de Santamaría fue enviada por Rajoy para comandar la operación diálogo, alabando las virtudes de Junqueras en contraposición del chalado de Puigdemont.
Eso ocurría meses antes del referéndum ante los cuales, ERC estaba preparando el golpe de Estado y ya saben, el virtuoso en la cárcel y el loco fugado a Bruselas. Pero la escena sigue siendo la misma, Sáenz de Santamaría ha sido sustituida por Ábalos, Junqueras por Rufián y Puigdemont por Torra, pero la obstinación febril del plagiador conseguir La Moncloa hacen de él una víctima e ilustre de Esquerra desde que Rufián y Tardá votaron en contra de los presupuestos del Gobierno. Esquerra Republicana de Catalunya no es de fiar y el Gobierno está metido en la ratonera catalana.
El año y medio de interinidad de Pedro Sánchez ha dejado en evidencia la distancia que nos aleja de la Democracia mundial donde la separación de poderes, la independencia judicial y la rendición de cuentas se dan por descontado.
Y la prueba de ello y esta carencia democrática queda demostrada cuando el responsable de Comunicación del Gobierno, Miguel Ángel Oliver, fue invitado a un foro sobre periodismo donde podía haber analizado la compleja relación de entre la prensa y el poder, pero optó por sacar el látigo y exigir sometimiento como en los viejos tiempos de la dictadura. Y es que le molesta que sus ex compañeros pregunten, pongan en cuestión que opinen.
Este secretario de Estado más que un mandado que llegó a acusar a los periodistas de ser activistas camuflados y lo dice el responsable de Comunicación de un Gobierno expedientado por vulnerar la neutralidad al utilizar los medios públicos y las salas de prensa del Consejo de Ministros para hacer electoralismo, cuya portavoz se queja de que le hagan preguntas que destapan su inconsistencia.
Un Gobierno, en fin, cuyo presidente pende sobre su tesis doctoral plagiada y al que el consejo de transparencia censura por abusar del secreto de Estado, ya sea los gastos de su viaje, el número de veces que ha utilizado el helicóptero, el sueldo de su mujer o los tratamientos estéticos de la misma.
A eso le llama Sánchez, secreto de Estado. Sean felices y tengan un nuevo año de alegrías y mucho ojo que mañana es el Día de los Inocentes, por mi parte pretendo seguir escribiendo en 2020, una tarea que no me resulta difícil, lo difícil es que me lean.
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