Estamos de vuelta después de más de 40 días de mi último artículo en el que auguraba unas nuevas elecciones para el mes de noviembre, y cada día que pasa parece confirmarse ese presagio. Estoy convencido que el presidente en funciones, Pedro Sánchez, no quiere gobernar su único deseo es vivir en La Moncloa, pasearse por sus jardínes y de vez en cuando darse un paseo por las nubes para ver como en el suelo patrio aumenta el paro más de 54.000 el pasado mes y como desciende la afiliación a la Seguridad Social más de 200.000 en el mismo periodo de tiempo.
Es lo que se dice, desde arriba se ve todo mejor, y para eso tiene a su disposición un helicóptero y el Falcón de las bodas. Sin embargo, a este pájaro solo le interesa su bienestar y el de aquello que forman parte de su cuadrilla en el que en estos diez últimos meses son 240 altos cargos los que ha colocado. Son estómagos agradecidos que siempre lo serán.
El caso más insólito el del brevísimo ministro de Cultura Màxim Huertas, al que le han dado la dirección de un programa matinal en TVE, prorrogado un año más a pesar de la baja audiencia y por el que percibe un sueldo de 24.000 euros cada mes, el triple del que hubiera recibido como ministro y mientras tanto, el coleta, el que tanto ha criticado las puertas giratorias, está callado como un muerto a la espera de coger la vicepresidencia del Gobierno. Y ahora, para ti y para mí, te voy a contar una confidencia que ha llegado a mis oídos.
El pasado 31 de julio una persona conocida de nuestra ciudad de avanzada edad y muchas canas, tuvo una cita con un personaje muy conocido últimamente, bastante joven, con dos licenciaturas y católico, apostólico y prácticamente, según sus propias palabras.
Y me cuenta el visitante que tras 20 minutos de espera fue acompañado al despacho del personaje y tras cerrarse la puerta a sus espaldas, vio con asombro como el susodicho estaba sentado al teclado de su ordenador sin levantar siquiera la vista mientras él permanecía de pie durante un tiempo y me confiesa que por educación no se marchó del lugar.
Así que voy a darle un consejo al personaje, más bien personajillo, a las visitas se les recibe de pie y con la puerta abierta. Formación y educación no están reñidas, y como decía Miguel de Unamuno, “pedante es un estúpido adulterado por el estudio”.
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