Años atrás, los portuenses tenían a gala vivir en la calle Larga, la arteria principal de la ciudad donde se ubicaban buenos comercios y los grandes bancos, lugar de citas y paseos, la mejor iluminada y limpia de la ciudad.
Pero, ya digo, hace años, porque actualmente da pena de verla: está sucia, llena de pedigüeños, fachadas impresentables, locales comerciales cerrados y abandonados con basuras acumuladas en las entradas… una verdadera vergüenza, viviendas sin inquilinos y una falta de limpieza que hasta el aire se hace denso.
Se habla de rehabilitación, pero no se dice nada de “rehabitación”, que es lo que el centro de la ciudad realmente necesita.
Hemos de conseguir que la gente vuelva a vivir en esta parte tan importante del centro histórico pero, para ello, necesitamos que las autoridades ejerzan como tal, que se aplique la ley de urbanismo por las que las fincas no puedan estar abandonadas más de 10 años, pueden y deben ser expropiadas y no caben excusas de que no hay dinero; pónganse de acuerdo con empresarios de la construcción que sean capaces de pagar el precio justo, agilicen las licencias, bonifiquen la edificación y la apertura de locales, deleguen en los funcionarios y, en definitiva, gobiernen que para eso han sido elegidos. No tiene la culpa solamente el gobierno municipal, también la oposición es cómplice de la situación y el mal estado en que se encuentra El Puerto.
Deben y tienen la obligación de ofrecerse para sacar adelante los proyectos que beneficien al bienestar social y, si la colaboración no fuese aceptada, abandonen la política siguiendo el ejemplo de otros. El Puerto de Santa María no merece el trato que está recibiendo y eso se verá reflejado en las próximas elecciones.
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