Educar para el futuro

La cultura de la cancelación

La cancel culture (cultura de la cancelación) y pidiendo la creación de un espacio donde poder dialogar sobre temas sensibles sin miedo a ser linchados

Publicado: 17/07/2020 ·
12:13
· Actualizado: 17/07/2020 · 12:17
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Autor

Antonio Monclova

Antonio Monclova es biólogo, doctor en prehistoria y paleontología, master en arqueología y patrimonio

Educar para el futuro

Análisis, crítica y reflexión sobre las necesidades pedagógicas de la sociedad para difundir el conocimiento y la cultura

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La pasada semana en una prestigiosa revista norteamericana numerosos intelectuales y personalidades del mundo cultural (en su mayoría cercanos a la izquierda) firmaron un manifiesto en contra de la cancel culture (cultura de la cancelación) y pidiendo la creación de un espacio donde poder dialogar sobre temas sensibles sin miedo a ser linchados.

Desde mediados de la pasada década el fenómeno de la denominada cultura de la cancelación ha ocasionado que retiren el apoyo financiero, moral, digital y social a individuos o entidades mediáticas cuyos comentarios o acciones no cubren las expectativas o son considerados inaceptables por ciertos sectores sociales generalmente autodenominados “progresistas”.

Resulta que algunos de los que firman el citado manifiesto parecen hacerlo porque ahora están siendo víctimas de los mismos ataques que ellos practicaron contra otros durante años, de manera que aunque esta izquierda “más racional” se posicione contra el problema en que se está convirtiendo las llamadas al boicoteo de la cancel culture, también firma el manifiesto por el miedo a que el populismo de derechas llegue a ser visto por muchos como el único adversario capaz de plantarle cara a una izquierda de tintes totalitarios que practica sistemáticamente una cultura del linchamiento contra todos los que no sigan sus postulados, marginándolos socialmente e incluso hundiéndoles sus empresas o haciéndole perder sus trabajos.

En cuanto a nuestro país, lo cierto es que dentro la izquierda – aparte de algún periodista, filósofo o antiguo político – apenas si hay suficientes personas como para poder firmar un manifiesto en contra de las políticas que practican los sectores más dogmáticos y sectarios que actualmente dominan las propuestas ideológicas de la izquierda española.

Aunque también es cierto que esta falta de crítica por parte de los sectores que he denominado más razonables, quizás sea solo por el miedo a la reacción de sus correligionarios políticos asentados en posiciones que seguramente sean demasiado irreconciliables.

No sé qué tipo de democracia es aquella en que ciertas opciones políticas no se pueden expresar libremente, ni sé a qué democracia avanzada se refieren unos políticos para normalizar el insulto y el escrache a personajes públicos, pero lo que sí tengo claro es que esos mismos políticos son unos sinvergüenzas por pretender un trato diferente al que ellos dan al resto de la ciudadanía, mientras los progres que les siguen no ven arbitraria la cultura de la cancelación hasta que les toca a ellos.

Al verles rectificar alguno dirá a buenas horas mangas verdes, yo prefiero más vale tarde que nunca, porque rectificar es de sabios aunque solo sea porque sus tonterías se hayan vuelto contra ellos. Pero recuerden: no podemos olvidar. Fuerza y salud.

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