Educar para el futuro

La perversión educativa en las escuelas (1)

Pare cada vez más fácil que cualquier maestro o profesor pueda hacer de su capa un sayo y difundir en el aula la ideología que le venga en gana

Publicado: 17/01/2020 ·
11:36
· Actualizado: 17/01/2020 · 11:37
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Autor

Antonio Monclova

Antonio Monclova es biólogo, doctor en prehistoria y paleontología, master en arqueología y patrimonio

Educar para el futuro

Análisis, crítica y reflexión sobre las necesidades pedagógicas de la sociedad para difundir el conocimiento y la cultura

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En muchos países los centros de enseñanza se convirtieron hace tiempo en lugares de adoctrinamiento permanente, dejando de ser unos lugares donde se educa a los más jóvenes para transformarse en otros donde se les introduce de forma eficiente las ideologías más dispares para así conseguir adeptos a las causas que defienden.

Y esto sucede porque los que manejan los hilos así lo quieren y el resto de la sociedad lo permite casi sin rechistar, olvidándose de que en la enseñanza no valen las ideologías, sino solo las ideas que constituyen valores que cuando son compartidos ayudan a mejorar la condición del ser humano.

Pero claro siempre nos dirán que las ideologías impartidas y repartidas alegremente entre niños y adolescentes no son malas, que en realidad tienen el loable objetivo de hacer que se sientan más felices con ellos mismos y de posibilitar que en el futuro logren sus metas más fácilmente.

Pero lo cierto es que no todo vale para sentirse más feliz, ni tampoco existen las metas fáciles, por lo cual las ideologías que predican esto suelen tener siempre algún otro fin o motivación, que puede estar oculto o que no refleja claramente sus intenciones.

Pare cada vez más fácil que cualquier maestro o profesor pueda hacer de su capa un sayo y difundir en el aula la ideología que le venga en gana sin que se lo impidan, mientras la administración educativa dice que eso siempre ha ocurrido y que son casos aislados inevitables.

Se apela a la libertad ideológica del docente pero nadie dice que muchos de ellos por no compartir ciertas ideas se sienten presionados por sus compañeros e incluso sus superiores que al amparo de normativas y directrices les obligan a impartir contenidos cargados de ideología.

Y luego muchos políticos y tertulianos de tres al cuarto critican las ideas impartidas a los niños en los centros privados, cuando en realidad sus padres los han llevado a ellos precisamente por eso.

Todo está cambiando mucho, pero debe haber una apuesta clara y permanente por una educación en valores, y aunque nuestra Constitución sea muy generosa a la hora de permitir leyes y adecuarlas a la convivencia de la sociedad, lo cierto es que el permitir casi de todo no implica que en ese todo se incluya el uso de la educación como elemento de ruptura.

Así es lógico sentir rechazo por el hecho de que en nuestro país se permita que haya centros educativos donde se pueda hacer creer a los alumnos que son distintos y hasta mejores que los que viven en otras regiones, una ideología con tintes supremacistas que siembra odio para confundir a los más jóvenes buscando alcanzar determinados objetivos políticos. Esto parece increíble, pero veremos más ejemplos.

Lo cierto es que por el bien de la convivencia entre todos y por el de nuestros hijos es urgente corregir a toda costa la perversión educativa en las escuelas.

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