Educar para el futuro

Ofendiditos, buenistas y demás incautos

Chistes, expresiones e incluso palabras que antes habrían pasado desapercibidas pueden convertirse actualmente en objetos de enconados debates

Publicado: 06/09/2019 ·
08:50
· Actualizado: 06/09/2019 · 08:51
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Autor

Antonio Monclova

Antonio Monclova es biólogo, doctor en prehistoria y paleontología, master en arqueología y patrimonio

Educar para el futuro

Análisis, crítica y reflexión sobre las necesidades pedagógicas de la sociedad para difundir el conocimiento y la cultura

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Si fuera por algunos todos viviríamos inmersos en una situación de permanente ofensa, pero claro no todos tenemos la piel igual de fina y lo que es un motivo para los que se sienten ofendidos para otros es solo una cuestión de ignorar las opiniones o actuaciones que no les agraden. “Me siento ofendido por la opinión de fulanito” o “me ofende lo que respondió menganito” son expresiones que forman parte de muchas conversaciones, que cada vez se utilizan más y con peores consecuencias.

Chistes, expresiones e incluso palabras que antes habrían pasado desapercibidas pueden convertirse actualmente en objetos de enconados debates en los medios y en las redes sociales, en los cuales siempre hay alguien que se siente ofendido personalmente o que se erige en defensor de quienes según su criterio se han debido sentir.

Pero a mi entender sentirse ofendido por algo no debería depender solo de la importancia que se le dé, sino de la que realmente tenga. Es evidente que todos tenemos derecho a sentir rechazo por lo que acontezca o se diga a nuestro alrededor pero manifestar ante los demás que uno se siente ofendido solo porque a uno no le guste o no comparta la opinión o actuación de otra persona o grupo, cuando dicha opinión realmente no atenta contra mí o mis intereses.

Y desde luego no es lo mismo manifestarse ofendido ante opiniones legítimas y razonables que ante la falsedad, desprecio o descalificación. A veces los demás dicen o hacen las cosas solo buscando hacernos pensar y tal vez reír, no necesariamente para hacernos sentir mal, por ello debemos analizarlas de forma objetiva y tomarlas con su intención, no sacándolas de contexto con la intención apelar a los sentimientos de otras personas para que muestren su rechazo.

Lo que acontece a nuestro alrededor se puede analizar de muchas maneras pero no es ético ni moral hacerlo obviando y sacando de contexto aquello que nos permita convertir situaciones, expresiones y hasta palabras en motivo para sentirnos ofendidos.

Es más grave aún hacerlo para obtener ventaja en las relaciones sociales o rédito en las posiciones políticas. Preocuparse exclusivamente por los sentimientos puede hacer que se olviden los hechos y se propicie que la sociedad pueda quedar en manos de cualquiera que se autoproclame justiciero social en nombre de las quejas y susceptibilidades de los ofendiditos que propicia el sistema.

Esto solo conducirá a una dictadura en la cual la razón y la libertad de pensamiento serán sustituidas por las emociones de personas manipuladas mediante altas dosis de buenismo y corrección política, las cuales en vez de reivindicar las cosas verdaderamente importantes reivindican las pamplinas que les ofenden. Eso sí solamente solo las que interesen al poder.

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