Educar para el futuro

Hubo un tiempo, ahora hay otro

Por ello es un grave error que no se tenga en cuenta la trayectoria seguida por los valores morales y éticos de una sociedad

Publicado: 21/06/2019 ·
11:26
· Actualizado: 21/06/2019 · 11:26
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Autor

Antonio Monclova

Antonio Monclova es biólogo, doctor en prehistoria y paleontología, master en arqueología y patrimonio

Educar para el futuro

Análisis, crítica y reflexión sobre las necesidades pedagógicas de la sociedad para difundir el conocimiento y la cultura

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En las sociedades occidentales hubo un tiempo en el cual primaba la religión y los teólogos discutían si las mujeres tenían alma, luego hubo un tiempo en el cual esas sociedades desarrollaron sus economías y a las mujeres las relegaron a un segundo plano, también hubo un tiempo en el cual esas sociedades desarrollaron sus democracias y a las mujeres se les impidió participar. Pero por fortuna ahora son otros tiempos y en las sociedades occidentales la igualdad entre mujeres y hombres alcanza cotas jamás conocidas, aunque la situación aún deba mejorar. Por el contrario en otras sociedades del Mundo las mujeres siguen igual que en otros tiempos.

En las sociedades occidentales son muchísimas las personas que guiadas por el progreso y la razón llevan más de un siglo luchando para igualar los derechos de mujeres y hombres.

El sufragismo, el feminismo y un sinfín de movimientos sociales han materializado esta lucha en estamentos sociales que van desde la familia a los parlamentos, lo cual ha obligado al hombre a reducir su cuota de poder y participación, y a la mujer a prepararse para asumir su nuevo papel.

Las justas reivindicaciones de las mujeres han influido en la estructura de la sociedad, afectando a aspectos de la moral y la ética que habían sido asumidos por las personas (hombres y mujeres) desde hacía siglos y que influyeron en su forma de pensar y actuar, en sus vivencias espirituales y en general en todo lo relativo a la convivencia.

Por ello es un grave error que no se tenga en cuenta la trayectoria seguida por los valores morales y éticos de una sociedad al reivindicar el legítimo lugar que debe ocupar en ella las mujeres en su relación con los hombres.

En las sociedades occidentales hay sectores del feminismo (a menudo radicales) que no apoyan las reivindicaciones de las mujeres de otras sociedades no occidentales en las cuales son pisoteados sus derechos, dando la sensación de que justifican la situación al considerar que forma parte de los valores étnicos y culturales que caracterizan a esas sociedades.

En cambio en las sociedades occidentales, donde la mujer tiene plenos derechos (con excepciones que deberán solventarse), esos mismos sectores del feminismo demonizan al conjunto de los hombres y lo justifican atribuyéndoles de manera generalizada comportamientos machistas que derivarían del supuesto patriarcado que domina nuestra sociedad, aunque en realidad este sea de otros tiempos.

Convertir las reivindicaciones de las mujeres en una lucha contra los hombres en la que todo vale, dejando de lado los valores éticos y morales a la hora de primar ideas sustentadas por entelequias y manipulaciones, solo sirve al interés de sectores políticos que tradicionalmente han rentabilizado reivindicaciones sociales basadas en una lucha de clases que ha quedado anticuada y ahora sustituyen por la lucha entre géneros. Hubo un tiempo, ahora hay otro.

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