Educar para el futuro

¿Donde está el arte?

Una vez más me siento obligado a analizar desde la razón y la lógica un nuevo atropello a todo lo que la cultura representa como medio para educar y disfrutar

Publicado: 17/05/2019 ·
09:55
· Actualizado: 17/05/2019 · 09:56
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Autor

Antonio Monclova

Antonio Monclova es biólogo, doctor en prehistoria y paleontología, master en arqueología y patrimonio

Educar para el futuro

Análisis, crítica y reflexión sobre las necesidades pedagógicas de la sociedad para difundir el conocimiento y la cultura

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Al paso que vamos, en vez de tratar aquí sobre cómo mejorar el papel de la sociedad en la educación, tendré que hacerlo sobre cómo algunos parecen poner todo su empeño en hacer justo lo contrario. Una vez más me siento obligado a analizar desde la razón y la lógica un nuevo atropello a todo lo que la cultura representa como medio para educar y disfrutar.

No lo haré desde una posición de ideología política (ahora que casi todo se atribuye a eso), aunque confieso que si con el componente ideológico de creer en la responsabilidad de quien utiliza su libertad de expresión artística ante la sociedad y en la obligación de aprovechar la capacidad del ser humano para transmitir conocimiento, bondad o belleza cuando utilizamos esa libertad.

Hace unos días comenzó en Venecia la 58ª Bienal de Arte en la que España está representada por la obra Perforado, un trabajo que según sus dos autores (Itziar Okariz y Sergio Prego) “perfora y vacía el espacio físico a través de sonido, imagen, escultura y arquitectura”. Una explicación necesaria para los que como yo somos unos ignorantes en lo tocante a esa jaula de grillos con pretensiones de cajón de sastre que denominan Arte Contemporáneo. No sabría hacer una crítica profunda de una performance como la de los mencionados “artistas”, ni pretendo hacerla.

Me conformaría con comprender porque un país como el nuestro, sobresaliente por el talento de sus artistas plásticos, está representado en la Bienal de Venecia por tres proyecciones de video a medio camino entre lo incomprensible y lo desagradable, y por tres objetos llenos de viento por las que cae agua (lo llaman escultura o arquitectura neumática).

Da igual que esas obras carezcan de interés para mí, que no soy crítico de arte (en fin), pero de todas formas creo estar en mi derecho de no considerar arte a la obra titulada Perforado y también a considerar desafortunada a la tercera de las proyecciones (titulada Mear en espacios públicos o privados) con la cual su autora dice cuestionar las normas y convenciones sociales meando de pie en diferentes lugares del Mundo.

Porque es así, en una bienal internacional de arte una de las obras que representan a España es la filmación de una mujer orinando (lo de hacerlo de pie debe ser un añadido folklórico). Es aleccionador. Está claro que en cuestión de arte toda persona tiene derecho a hacer lo que le dé la gana, aunque sea desligando su dignidad de la capacidad del ser humano para crear belleza.

Pero la cuestión es que en el caso de la bienal veneciana se trata de obras artísticas que tienen una supuesta responsabilidad para con la sociedad española, a la cual representan en un pabellón que además le cuesta a las arcas públicas cuatrocientos mil euritos. Ya sabemos lo que se dice de tirar con pólvora del rey, esta vez con pólvora mojada, de orina. Eso sí, mojada artísticamente.

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