Uno de los pasatiempos que nos brindan las nuevas tecnologías es el de poder disfrutar de una visión del Mundo tan extensa y variada como nunca ha logrado alcanzar nadie. Internet ofrece una cantidad de posibilidades de interaccionar con la información y con otras personas que en cierto sentido supera incluso a la que hace unas décadas dispusieron muchos grandes viajeros.
Pero claro, a menudo olvidamos que en Internet (como en todo) la cantidad no es lo mismo que la calidad, no porque las redes no ofrezcan informaciones, datos, conocimientos, entretenimientos y relaciones interpersonales de calidad, sino porque al utilizar Internet solemos centrarnos bastante más en buscar y disfrutar de la mayor cantidad posible de todo aquello que podamos encontrar, ver, manejar y descargar.
Los seres humanos somos acaparadores por naturaleza y aunque solo nos dediquemos a hacerlo con lo que más nos interesa o gusta, cuando tenemos la posibilidad de conseguirlo con facilidad no solemos pararnos a pensar en si su calidad merece la pena, la cual es en buena lógica muy diferente para cada persona, igual que lo que es útil para unos no lo es para otros. Por lo general cuando trato aquí sobre el uso de Internet suelo hacerlo sobre la necesidad de aprender a gestionar los datos y conocimientos disponibles, así como sobre la manipulación y utilización de la información en los medios digitales y las redes sociales.
En esta ocasión quiero referirme a los problemas derivados del uso de Internet como medio de entretenimiento, contexto en el cual comienza a despuntar como una herramienta de poder casi ilimitado.
Es evidente que Internet fomenta cada vez más actividades tan ilegales como la piratería de obras audiovisuales y literarias o tan dañinas como la pornografía.
Pero Internet también fomenta actividades tales como los juegos on line, sean o no de azar, que aunque sean legales están aumentando alarmantemente la ludopatía, especialmente a través de los dispositivos móviles y sobre todo en el caso de los más jóvenes. Pero si existe algo inevitblemente asociado a utilizar Internet como medio de entretenimiento, eso es el tiempo que una persona puede llegar a perder delante de una pantalla casi sin darse cuenta.
Esto puede suceder picoteando videos en YouTube, leyendo noticias tan llamativas como absurdas, chateando intrascendencias, haciendo cursos inútiles, consultando enciclopedias carentes de rigor o haciendo un sinfín de cosas sin valor. Pero lo cierto es que todas ellas actúan como trampas para los que revolotean por las redes.
No recuerdo bien si fue Einstein el que dijo que vivir sin saber para qué se vive es vivir como las moscas. No vivamos como moscas posadas en una pantalla.
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