Educar para el futuro

El juego de las opiniones: la apropiación cultural

Imaginen que alguien recomendase el aspecto de los disfraces de Halloween. Pues sepan que esto ya ocurre en los Estados Unidos

Publicado: 02/11/2018 ·
10:40
· Actualizado: 02/11/2018 · 10:40
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Autor

Antonio Monclova

Antonio Monclova es biólogo, doctor en prehistoria y paleontología, master en arqueología y patrimonio

Educar para el futuro

Análisis, crítica y reflexión sobre las necesidades pedagógicas de la sociedad para difundir el conocimiento y la cultura

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Hace dos años, por esta fecha y en esta misma columna, escribí que para muchas personas era un problema que se celebrase Halloween en el día de los Difuntos, una festividad religiosa en la cual se recuerda a los seres queridos fallecidos.

No estoy de acuerdo con los que satanizan esta celebración lúdica y señalan que los padres que dejan a sus hijos salir disfrazados a pedir dulces están siendo manipulados por intereses que quieren perjudicar las costumbres cristianas.

Han pasado dos años y ahora en las criticas en torno a Halloween, como no podía ser de otra forma, juega un papel fundamental lo políticamente correcto. Imagínense que se quisiese regular el tipo de disfraces que se puedan llevar en los Carnavales de Cádiz, se perdería el sentido satírico del festejo y se atentaría contra la libertad individual en algo que, por otro lado, no parece beneficiar a la ciudadanía.

Ahora imaginen que alguien recomendase el aspecto de los disfraces de Halloween. Pues sepan que esto ya ocurre en los Estados Unidos. En la prestigiadísima Universidad de Yale, en 2015, la administración mandó un correo electrónico a los estudiantes aconsejando qué disfraces no llevar en Halloween, particularmente para evitar las apropiaciones culturales y la insensibilidad racial derivada (cara pintada de negro, tocados indígenas, etc.).

Una profesora blanca de Yale mandó otro correo a sus estudiantes oponiéndose al de los administradores por considerarlo un acto institucional para controlar a los estudiantes y preguntándose si ya no hay lugar para que los jóvenes puedan actuar de manera inapropiada, provocativa o incluso ofensiva.

Muchos estudiantes le respondieron con una carta abierta pidiéndole un mínimo de respeto a sus respectivas culturas para que su presencia en el campus no se ignorase o minimizase.

El marido de la profesora (también profesor) se opuso a un estudiante que le confrontó su postura en mitad de una protesta, lo cual motivó que todos le pidiesen que dimitiera de su trabajo en Yale, argumentando que él además de crear en el campus un espacio intelectual para los estudiantes, también debía crearles un hogar.

Poco después tanto él como la profesora tuvieron que abandonar Yale. Lamento profundamente que unos jóvenes que forman parte de una élite estudiantil tan selecta como la de Yale, gasten su tiempo y esfuerzo defendiendo causas que no lo requieren y creyéndose más virtuosos por hacerlo como vulgares turbas.

Por otro lado, cabe mencionar que en las redes y medios de comunicación se habla cada vez más de los denominados disfraces políticamente incorrectos y de la apropiación cultural que a veces suponen.

Sabemos que hay tontos para todo pero no olvidemos que gracias a la revolución tecnológica esos tontos disfrutan por primera vez de unos altavoces para propagar sus tontunas. He querido decir sus opiniones.

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