Educar para el futuro

El juego de las opiniones: el bumerán

Es llamativo el curioso comportamiento del búmeran, un objeto tan práctico que regresa si tras lanzarlo no alcanza el blanco

Publicado: 05/10/2018 ·
15:37
· Actualizado: 05/10/2018 · 15:37
Publicidad AiPublicidad Ai Publicidad Ai
Autor

Antonio Monclova

Antonio Monclova es biólogo, doctor en prehistoria y paleontología, master en arqueología y patrimonio

Educar para el futuro

Análisis, crítica y reflexión sobre las necesidades pedagógicas de la sociedad para difundir el conocimiento y la cultura

VISITAR BLOG

Es llamativo el curioso comportamiento del búmeran, un objeto tan práctico que regresa si tras lanzarlo no alcanza el blanco. De ahí que la expresión efecto bumerán se refiera a que si hacemos o decimos algo contra los demás suele terminar volviéndose contra nosotros.

Habrá quien considere a esto un acto de justicia divina o poética, yo simplemente prefiero llamarlo la consecuencia de nuestras actuaciones, las cuales, a diferencia de la justicia, siempre las tienen. Cada vez son más los que sin tener razones lógicas se auto-convencen de que solo ellos piensan y actúan de manera correcta, ya sea porque así les interesa o simplemente porque sí.

Tales personas se comportan como si formasen parte de una élite moral cuyo destino es establecer los códigos de conducta de la sociedad y decidir lo que es reprochable o meritorio para un ciudadano en cualquier ámbito. Para imponer sus criterios presionan a todos los niveles de la sociedad hasta lograr que muchos de sus miembros cedan a sus pretensiones por temor a verse marginados de aquellos entornos a los que quieren pertenecer.

Las mencionadas presiones influyen cada vez más en el comportamiento de las personas, obligándolas a comportarse bajo el paraguas del buenismo y lo políticamente correcto o a sufrir las consecuencias de no hacerlo. Y no digamos cuando lo que se hace o dice se refiere a temas tan sensibles como cuestiones de género, emigración, pobreza o educación, por citar algunos.

En los ámbitos institucionales esta situación, grave de por sí, alcanza tintes kafkianos cuando los méritos personales son devaluados en función de intereses y oportunismos.

Un claro ejemplo es la universidad, en la cual en vez enseñarse a pensar y debatir libremente, no es raro que se busque a profesores que piensen de tal o cual manera para que se la transmitan a sus alumnos. Otro ejemplo está en la política, en la cual en vez darle prioridad al bienestar ciudadano, cada vez existe una mayor preocupación por la corrección en los modos de actuar.

La falsa elite moral que coarta opiniones e impone maneras de actuar en redes sociales y medios de comunicación, pretende cambiar las expresiones y las palabras del lenguaje para así transmitir mejor sus códigos a la sociedad. Esto, que ya está afectando de lleno a la política, intentan imponerlo a las formas de expresarse y actuar en asuntos tales como las relaciones entre personas, el arte, la belleza, los gustos, el humor e incluso en ciencia, filosofía y religión. Difícilmente cambiará la sociedad sus maneras solo porque intenten imponérselo, pero para asegurarnos de que no ocurra no podemos sucumbir al engaño y la coacción de quienes carecen de razones.

Especialmente cuando estamos siendo testigos de cómo muchas de sus actuaciones, igual que un bumerán, comienzan a volverse contra ellos. Hay opiniones para todo.

Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN