Como durante el pasado mes de octubre no se inauguró otro centro comercial equivalente al de Lagoh, cuyos promotores se arrogaron la creación de 1.800 empleos en la ciudad y contribuyeron así a la bajada del paro en septiembre en algo más de medio millar de personas, de nuevo el desempleo se ha disparado, esta vez tanto en la metrópolis como en el conjunto de la provincia. Lo más preocupante es que cualquier indicador que se mire, ya sea por sexo, sector económico o edad, arroja un resultado negativo, con la única excepción de un grupo de mayores en que la cifra de parados se ha estabilizado. Para colmo, se vuelve a superar la barrera de los 68.000 parados en la capital y de los 187.000 en la provincia.
Si miramos a lo largo de los años en la serie histórica y obviamos los mayores picos en la cifra de parados en los periodos de crisis o de recesión, se observa que la capital de Andalucía sufre un paro estructural cuyo suelo está al menos entre los 60.000 y los 70.000 desocupados. No hay manera de bajar de esos sesenta millardos. Esto es una losa enorme, causa y efecto de que contemos con los barrios más pobres de España. Sin embargo, parece que como sociedad nos hemos habituado a esta situación enquistada, la hemos normalizado sin que ya suene ninguna alarma roja, cuando este problema debería ser la principal preocupación en el debate público: cómo crear empleo en la Sevilla del siglo XXI.
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