El Real Decreto 486/1997 especifica que la temperatura de los locales donde se realicen actividades sedentarias, como son las aulas de los centros educativos, debe estar comprendida entre un mínimo de 17 grados y un máximo de 27, ya que en caso contrario existe un riesgo de estrés térmico. Las mediciones realizadas tiempo atrás en diversos colegios e institutos y las manifestaciones de padres de alumnos englobados en el movimiento “aulas de calor” ante el Parlamento de Andalucía denotan que, especialmente en el tramo final del curso, se superan con mayor frecuencia de lo deseable en centros educativos sevillanos la temperatura máxima establecida por la norma, con peligro para la salud tanto de los alumnos como de los profesores.
Carece de sentido que en una ciudad tan calurosa como la nuestra y en una sociedad desarrollada del siglo XXI las aulas no estén dotadas de oficio de climatización, al igual que no se concibe en los fríos países nórdicos la falta de calefacción en las suyas. El Ayuntamiento ha comenzado a corregir esta carencia y hace unos días ha licitado la redacción de los proyectos para climatizar veintiún colegios, con una inversión de 13,3 millones de euros, pero en la ciudad hay un centenar. Por tanto, uno de los objetivos del nuevo mandato municipal ha de ser satisfacer esta necesidad básica, para que ningún colegio de Sevilla vuelva a sufrir los efectos del calor.
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