Esclarecedoras las recientes declaraciones de la consejera de Fomento, Marifrán Carazo, la cual ha empezado por reconocer que en la revisión y actualización de los proyectos básicos de las tres líneas de Metro pendientes (datan de 2011) se necesitará al menos un año, con lo que es prácticamente imposible que entre una tuneladora a perforar a lo largo de este 2019. Es una estimación realista frente a la de quienes ilusoriamente lanzan el mensaje de la inminencia del inicio de las obras. Segundo: frente a la cerrazón de gobiernos de Susana Díaz, especialmente el de coalición con IU, la ampliación se hará por colaboración público-privada, como la línea 1, pese a que el coste de la misma se disparó desde los 428 millones de euros iniciales a 890 millones. El sobrecoste fue imputable, en gran parte, a las mejoras introducidas “a posteriori” y a los cambios de criterio sobre la marcha del propio Gobierno andaluz, y no a las empresas constructoras, como se ha reconocido en las sentencias judiciales.
Y tercero: la consejera anuncia que se dará prioridad a dos medias líneas, para conectar con Pino Montano (línea 3) y Sevilla Este (línea 2). El PP ha atacado continuamente a Espadas por admitir sólo la construcción del tramo Pino Montano-Prado y lo ha descalificado por ser “el alcalde de la media línea del Metro”. Pues si no quería media línea, ahora la Junta le sirve otra media línea más: dos medias tazas de Metro.
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