Sevilla ha entrado en el nuevo año con 723 habitantes menos y un total de 688.711, según la revisión del padrón realizada por el INE. Los datos reflejan que mientras la capital pierde habitantes ya desde el estallido de la crisis (15.487 a partir de 2010), los ganan Dos Hermanas, el Aljarafe y los Alcores, lo que denotaría un trasvase desde la metrópoli a su corona. Si se hace la medición desde la óptica de la denominada Gran Sevilla, el conjunto metropolitano no pierde población. Sigue creciendo, pero más por la periferia que por su centro. Eso no debe servir para camuflar la realidad de que Sevilla capital se desangra demográficamente poco a poco, con consecuencias como la pérdida de un concejal, la menor participación en las transferencias del Estado y la amenaza a su posición por otras grandes urbes que siguen creciendo.
La causa de la situación nos parece obvia: en los años anteriores a Espadas las corporaciones municipales carecieron de política de vivienda. Con Zoido no se construyó ninguna vivienda pública y Emvisesa estuvo a punto de ser liquidada con el pretexto de la reducción del déficit. El actual gobierno municipal ha dado un giro copernicano pero las nuevas viviendas que promueve no se construyen de la noche a la mañana. Habrá que esperar todavía años a que Sevilla retenga esa población que ahora se va fuera porque aquí dejó de haber pisos públicos a precios asequibles.
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