El Pleno municipal ha aprobado destinar 13 millones de euros del superávit de 2017 a reducir deuda con los bancos, una decisión que en principio parece positiva pero que en realidad es fruto de la incapacidad de gestión del gobierno de Espadas. Esos fondos podrían haberse dedicado a inversiones en la ciudad, pero para ello el Ayuntamiento debía cumplir la condición de que el periodo medio de pago a proveedores no supere los 30 días y resulta que está en 49. Así pues, mientras el gobierno local se ha pasado el mandato quejándose por las trabas de Hacienda a acometer inversiones, cuando el Ministerio ha flexibilizado sus exigencias ha sido incapaz de ponerse al día (si por ello se entiende pagar con 30 días de retraso) con los proveedores.
Como mal menor ha tenido que emplear el dinero en reducir deuda con la banca, unos fondos que, máxime en periodo preelectoral, podría haber empleado en los necesitados barrios. El delegado de Hacienda se escuda diciendo que aún hay muchas facturas antiguas en los cajones. No se comprende, por cuanto Zoido alardeó de haber puesto a cero el contador de la deuda. En todo caso, el actual gobierno ha tenido cuatro años de margen y ha sido incapaz de liquidarlas en todo este tiempo. No hay excusas. Antes que a la “smart city”, el Plan Estratégico que prepara Espadas debería darle prioridad a darle cuerda al atrasado reloj de la burocracia municipal.
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