Al igual que suele decirse que los incendios del verano se apagan en invierno, en alusión a la necesidad de prevenirlos o de evitar catastróficas consecuencias eliminando combustible en forma de maleza de los montes y abriendo cortafuegos, las inundaciones del otoño e invierno se deben evitar o paliar en verano limpiando a fondo cauces y alcantarillas para que las aguas no se salgan de madre y no se desborden arroyos y ríos; o en caso de que diluvie los daños sean los menores posibles.
En esta línea ha hablado la alcaldesa de El Saucejo cuando ha afirmado que muchos de los efectos de la reciente gota fría en la Sierra Sur sevillana se podrían haber evitado si se hubiesen atendido las peticiones de los alcaldes de mantener los cauces de arroyos y los puentes en buen estado. Además, deberíamos preguntarnos por el nivel de ejecución del Plan de Prevención contra Inundaciones y Riadas que en 2002 redactó el Gobierno andaluz tras inventariar 1.099 zonas inundables en toda la comunidad autónoma y que debió haberse materializado en 2015. Mucho nos tememos que el grado de cumplimiento deje mucho que desear, ya que en 2013 hasta el Defensor del Pueblo andaluz denunció la “ineficacia” de la Junta para cumplir su propio programa hidráulico. Como aquí nadie se cuestiona nada, volverán a mantenerse las condiciones para que el próximo temporal sea de nuevo catastrófico.
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