Como era de esperar, las exportaciones de aceituna negra española -que es tanto como decir sevillana- a los Estados Unidos cayeron en un 70% en el primer mes (agosto) de aplicación de los aranceles del 35% impuestos por la Administración de Donald Trump: se ha pasado de exportar 3,2 millones de kilos a tan sólo un millón. La pérdida del principal mercado exterior es catastrófica para este sector de la economía sevillana, sin que hasta la fecha la Unión Europea haya denunciado el proteccionismo norteamericano ante la Organización Mundial del Comercio (OMC).
Contrasta esta pasividad con la inmediata amenaza de represalias que hizo ante la imposición de aranceles cuando podían afectar a la industria centroeuropea. El campo sevillano está tan huérfano de Bruselas como del Gobierno de España, el cual ha sido incapaz de hacer valer ante el todopoderoso aliado norteamericano en la OTAN el esencial valor estratégico de las bases de utilización conjunta de Morón de la Frontera y de Rota. Sólo la Junta de Andalucía ha reaccionado incrementando en 5 millones de euros la partida de promoción para tratar de abrir otros mercados. Mucho nos tememos que, por más que pregone lo contrario, el sector continúe pagando los platos rotos de las ayudas a la PAC que esgrime Estados Unidos como coartada para proteger a sus agricultores, justo lo contrario de lo que hace Bruselas: ignorarlos.
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