El vicepresidente de la Junta de Andalucía, el alcalde, la presidenta de Puertos del Estado y el titular de la Autoridad Portuaria hispalense presentaron recientemente el Plan Estratégico del puerto de Sevilla hasta el año 2025 sin que ninguno de ellos, ni los medios de comunicación, ni ciertas “fuerzas vivas” de la ciudad hablaran antes, durante o después del dragado del Guadalquivir y sin que nadie se haya extrañado por ello, de lo cual se colige que nos hallamos en la era post-dragado.
El Plan Estratégico está repleto de proyectos, algunos más realistas que otros, pero todos suponen un enorme avance sobre la situación anterior, en que la única estrategia era el dragado y como todo se fiaba al dragado no se diseñó un plan B por si aquél no se ejecutaba porque se consideraba poco menos que inevitable. Por tanto, el primer gran éxito del Plan Estratégico es que al dejar de pensarse en el dragado se ha podido pensar en cómo el puerto puede crecer y modernizarse en este mundo global y digital que nos ha tocado vivir. Se han definido decenas de posibilidades que habrá que procurar materializar en el próximo septenio: reducir a la mitad el tiempo de inactividad de los buques, incrementar en 45.000 m2 anuales el área industrial, nuevas conexiones ferroviarias, crear un distrito urbano… En resumen, el Plan Estratégico es la demostración de que hay vida portuaria aunque no haya dragado.
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