E l homenaje tributado en Rentería al policía nacional sevillano Antonio Cedillo, vilmente asesinado por ETA hace ahora 36 años junto con otros tres agentes, ha servido no sólo para reivindicar su memoria y contribuir a aliviar, siquiera en parte, el dolor de su familia, sino también para, tal como dijo el alcalde Julen Mendoza (EH Bildu), avanzar por el camino hacia la construcción de la convivencia. Y así se demostró con la participación en el acto de representantes de todas las fuerzas políticas. El alcalde de una formación calificada hasta no hace mucho como extremista, por no usar otro término, no dudó en desplazarse hasta Sevilla para dialogar con los familiares del policía asesinado, acoger el homenaje, reconocer la “deuda pendiente” y el “dolor irreparable” causado y fundirse en público en un abrazo con el hijo de la víctima.
Sin embargo, el portavoz de Bildu, Arnaldo Otegi, condenado en su día por la Audiencia Nacional por pertenencia a organización terrorista en grado de dirigente, ha querido aprovechar este acto para exigir la “reparación de las víctimas de todos los lados” y que “el Estado reconozca el nivel de violencia que ha ejercido contra nuestro país”. Resalta el contraste entre el humanismo de Julen Mendoza y el oportunismo político de Otegi, el cual sigue empecinado en defender de manera inadmisible la equiparación entre las víctimas de la violencia etarra y sus verdugos.
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