El Belén, el árbol, la reposición de “¡Qué bello es vivir!” de Frank Capra y la lectura de “Cuento de Navidad” de Charles Dickens forman parte ya inseparable de la Navidad, al igual que la iluminación de las ciudades. Este año, después de muchos con el árbol de la Diputación como única atracción visual en las navidades de la capital, el Ayuntamiento ha recuperado la fe y por fin contaremos con una decoración acorde a una capital de provincia. La ciudad abandonará el triste aspecto que ha presentado los últimos años y atraerá a visitantes del área metropolitana, que este año no deberán hacer cientos de kilómetros para que sus hijos disfruten de ambiente navideño. Este año Jaén tendrá una Navidad de capital y eso hay que celebrarlo tras una década casi de reverso tenebroso. Tal vez no llegue a todos los barrios, pero tendremos un centro digno, que no nos sonrojará y que se dejará notar en el comercio local. Lo hemos dicho en muchas ocasiones, con la Feria de San Lucas, por ejemplo. Jaén debe liderar esta provincia, aunque solo sea en el sector servicios, pero debe hacerlo, porque eso significa riqueza, que se convierte en puestos de trabajo. El victimismo nunca puede ser el motor del Ayuntamiento. Es simplemente cuestión de prioridades, siempre lo ha sido.
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