Son las diez de la noche. Un usuario de una plataforma internacional de venta online hace un pedido desde la capital. Al día siguiente por la mañana, los repartidores intentan fallidamente entregárselo, pero está fuera del domicilio. No está en casa. A primera hora de la tarde solicita al repartidor que se lo entregue en una céntrica plaza de la ciudad y pasados unos minutos, así lo hace. Sencillo, rápido y efectivo. Con un solo clic desde el salón. Ese es el verdadero problema del comercio a nivel global en occidente y, por supuesto, el del comercio de Jaén. Esto no quiere decir que debamos demonizar a ninguna plataforma de venta online, sino que debemos comprender que los tiempos están cambiando y que es necesario adaptarse ya, porque esta es la realidad, la de las calles vacías, la de las caídas de ventas, las de los jóvenes pidiendo crema de cacahuete desde sus dormitorios que reciben al día siguiente. El problema para el comercio tradicional ya no es esta o aquella gran superficie. El problema para todos es que hay que ofrecer algo distinto a los clientes y para ello es imprescindible que las administraciones comiencen a ayudar al sector comercial y que este cambie su actitud. Si el actual comercio acabó con la artesanía y los oficios, la venta online acabará con el comercio como hoy lo conocemos. Trabajemos todos unidos para mantenerlo.
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