Doñana 50 años

El bosque malo

El eucaliptal que crecía por la costa de Huelva llegó a plantarse en Doñana por obligación del Gobierno. Otra de las grandes amenazas que se consiguieron evitar

Publicado: 07/06/2019 ·
11:22
· Actualizado: 07/06/2019 · 13:03
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Autor

Jorge Molina

Periodista, escritor y guionista. Y siempre con el medio ambiente como referencia

Doñana 50 años

Doñana cumple 50 años como parque y es momento de contar hechos sorprendentes

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En Huelva existe una larga historia de activismo ecologista. Tanto es así que se remonta al siglo XIX. En concreto al año 1888, el año de los tiros, cuando una protesta popular por el ácido sulfúrico de la mina de Riotinto, que quemaba los pulmones y las cosechas, acabó en represión con muertos ordenada por el gobernador. Un hecho cruel e impactante que narra Rafael Moreno en un libro imprescindible.

En 1953 se produce otro hito, menos luctuoso, no menos curioso, en la lucha por la conservación, en este caso de la naturaleza de Doñana. Ese año visita el general Franco el coto, y allí comprueba cómo avanza el eucalipto, árbol apoyado por su alto rendimiento maderero. Los dueños, los vinateros González Gordon, no quieren esa repoblación, y poco después enviarán al jefe de Gobierno un documento que quizás sea el primer texto de reivindicación ecológica de Andalucía. Abajo tienen algunas de sus páginas.

Tal atrevimiento lo motivó la gran afición cazadora del general golpista. Dada la nula presencia de fauna cinegética en un bosque de eucaliptos, los González y sus amigos pajareros imaginaron que podrían convencerlo con ese argumento, y para ello elaboraron un hermoso texto, a veces poético, con fotos.

El dossier, que finalmente no tendría mucho efecto, lo escribió Francisco Bernis, luego primer presidente de la Sociedad Española de Ornitología, con ayuda de José Antonio Valverde. El envío a El Pardo sí fue cosa del relevante empresario Manuel María González Gordon, dueño de parte del Coto y de González Byass.
Franco se había desplazado a Huelva para conocer los trabajos de repoblación, acompañado por Gaspar de la Lama, ingeniero forestal al mando de la zona. Se extendían ya por 31.000 hectáreas, sobre las que se habían plantado 10 millones de eucaliptos y 45 millones de pinos, con la declarada intención de convertir unos terrenos arenosos y de marismas en una zona de alto ‘valor’ forestal.

Las crónicas del régimen, que eran entonces todas, ensalzaban el valor social de la iniciativa, debido al millar de puestos de trabajos creados y una iniciativa que «rentaría un mínimo de treinta millones de pesetas».

La historia del eucalipto en Huelva es anterior. Las primeras introducciones del árbol australiano en  la provincia se deben a la presencia  inglesa, cuya actividad minera utilizó la madera  de estos árboles para fabricar vigas y traviesas en  la mina de Riotinto y otros yacimientos de la  cuenca minera. En 1878 todas las estaciones de la  vía férrea de las minas de Riotinto estaban llenas  de cultivos de eucaliptos. A  partir de este año existen referencias de su cultivo en los términos municipales de Huelva, Gibraleón, Valverde, La Palma, Escacena y Almonte.

En la primera mitad del siglo XX se promulgan leyes encaminadas a potenciar las repoblaciones forestales para paliar las materias primas deficitarias. En la década de los años 30 la compañía holandesa Sociedad Forestal de Villarejos (N.V. Handelsmaatscharppij Ibérica), de procedencia indonesia, realiza una serie de parcelas experimentales con diversas especies exóticas y eucaliptos dentro del Espacio Natural Doñana. Al mando está el ingeniero forestal holandés Thomas F. Burgers.

Es el origen de algunos poblados forestales de Almonte y Moguer. Se trata de Cabezudos, Acebuche, Abalario, Alamillo, La Mediana, Bodegones, Rocina, Bayo… donde se alojan miles de braceros a veces con su familia para ir reforestando a un ritmo que alcanzó más de 3.000 hectáreas anuales. Son enclaves de tremenda humildad, donde incluso hallan cobijo los que tienen miedo de represalias propias de la posguerra. Esta historia, o historias, ha encontrado narrador para la posteridad en Juan Villa, el escritor almonteño, imprescindible para que no se olvide una época en aquellas comarcas.

(Más información y fotos en www.donana50.es)

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