Doñana 50 años

Foteros y cameramans

La presencia de fotógrafos y operadores de vídeo se fomentó para dar a conocer a Doñana en toda Europa. Así se ayudaba a su salvaguarda.

Publicado: 07/06/2019 ·
09:59
· Actualizado: 07/06/2019 · 13:07
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Autor

Jorge Molina

Periodista, escritor y guionista. Y siempre con el medio ambiente como referencia

Doñana 50 años

Doñana cumple 50 años como parque y es momento de contar hechos sorprendentes

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Doñana resulta tan fotogénica por motivos que saltan… a la vista. Pero en el inicio de esta historia hubo detonantes que aceleraron el proceso. Un inicio que llega tarde, pues el retraso secular de España, y en concreto de este rincón de Andalucía, había provocado que las imágenes del Coto fueran escasas, escasísimas. El jardín cerrado.

La Doñana Expedition de 1956 y 57 fue un primer paso. Este grupo de élite, formado por ingleses, franceses o suizos de alto nivel tanto social y económico como naturalista, llegó con cámaras y tomavistas para recoger imágenes inéditas. La grabación de un nido de águila, o las primeras fotos de buitres negros y leonados juntos, se convertían entonces en diamantes gráficos, una época en que logros así te colocaban en el Olimpo.

Realizaron un documental que sirvió para informar a la Europa ambientalista de qué era Doñana y porqué había que donar dinero y hacer presión en España para protegerla. Con los ojos del siglo XXI, ese audiovisual resalta por algo: el hombre no existía. Ni un sólo segundo se utiliza para grabar a los habitantes del Coto. No interesaba, no estaba en la estructura mental. Iban a ver animales, a grabar detalles de ellos, y el entorno humano -muy al contrario que hoy- les parecía instrascendente.

Los pioneros en Doñana cámara de vídeo al hombro, como recuerda uno de ellos, Juan Antonio Fernández Durán, fueron Iñaki Amestoy, Rafa Trecu, Paco Bernabé, Arturo Sarró, José Ramón Pons, y Luis Pechuán. Ninguno profesional, eran farmacéuticos, naranjeros, químicos, con una tienda…

La clave estaba en que José Antonio Valverde les facilitaba al máximo su trabajo, los invitaba a ir y pernoctar en Doñana. El vallisoletano era consciente de que desde la popularidad vendría apoyo, también económico, para el empeño de sacar adelante el parque.

Esta entrevista a Juan Antonio Fernández Durán (JAFD, como gustaba firmar) se realizó años atrás en su casa del barrio sevillano del Arenal.

--José Antonio Valverde daba mucha importancia a la difusión de fotos y videos.

--El decía eso concretamente: las fotografías y películas vuestras es lo que hace venir a los extranjeros aquí, y por supuesto suponía un atractivo turístico.

--¿Doñana era aún en 1969 casi desconocida?

--Prácticamente desconocida. Cuando me hablaban de Doñana veía como un mito,  como ese cazadero regio, como eso que se hablaba de las cacerías de Alfonso XIII, pero todo de una forma muy deleznable, nada claro, nada concreto. Un mito casi era Doñana.

--¿El material filmado qué salida tenía?

--Cuando empecé a trabajar por mi cuenta sobre el buitre leonado, fue la BBC. Hice una película para TVE, pero el aspecto crematístico no existía, no había posibilidad alguna.

--¿Qué animales tenían más interés cuando se hablaba de filmar naturaleza?

--El número uno era el aguila imperial. Los seis que empezamos allí a hacer cine y fotografía naturalista, todos los años levantábamos una torre, vamos, la  levantaban los guardas, para el águila imperial. Seguía el lince, pero era muy difícil dar con él. Y después de eso, como éramos en el fondo unos coleccionistas de imágenes, hacíamos de todo, nos dispersábamos demasiado.

--¿Los grandes pioneros de Doñana quienes son?

--El primero que fotografió en doñana fue un vasco, Iñaki Amestoy, el mayor de todos nosotros. Los vascos eran Rafa Trecu, que como todos nosotros tenía una profesión, era gerente de una fábrica de componentes electrónicos; Paco Bernabé era arquitecto; entre los catalanes, Arturo Sarró, José Ramón Pons, farmacéutico, y Luis Pechuán, el valenciano, que se dedicaba a gestionar sus naranjales.

--Las personas no eran objeto de vuestro interés.

--En nuestras películas el ser humano prácticamente no aparece. Solamente una, ‘Tierras de doñana’, que la realizó TVE, de la que yo era simplemente el asesor científico, sí se metió al ser humano.

--Pues fue una pena.

--Sin duda alguna, esa simbiosis del hombre con la naturaleza es imprescindible. Sin el hombre la naturaleza no existiría. Sin el cazador, por ejemplo, cuántas dehesas habrían desaparecido.

(Más información y fotos en donana50.es)

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