De nuevo otra final, y esperemos que no sea la última de esta temporada. El Recreativo de Huelva se juega seguir con la ilusión de ascender a Segunda o quedarnos otro año en este pozo de Segunda B. Qué clarividencia tuvo esa persona que lo llamó “pozo”. Salir de esta categoría es tan sumamente complejo, e injusto, que usar como sinónimo caverna o abismo no sería mala idea.
Ha sido una semana convulsa en redes sociales. A pesar de la lógica dificultad de estos playoffs y de que el resultado, dentro de lo negativo no es terminal, ni el juego del equipo ha sido tan malo (con poca puntería, sí), desde el domingo por la tarde hubo algunos repartiendo carnets de recreativista al que opinaba una cosa u otra. Con la de veces que me habré salido del plato en estas líneas yo ya debería ser de otro equipo. Hay cosas en el fútbol en las que puedo opinar desde una perspectiva menos técnica y muy subjetiva: las tácticas, los fichajes o incluso en temas económicos. Pero si algo me ha enseñado la experiencia tras seguir al Recre tantos años en estos momentos cíclicos que desatan la pasión. Porque no nos engañemos, el Recre sigue siendo pasión, sentimiento albiazul, y algo que si queremos medir matemáticamente, roza la locura. Quizás por eso nos gusta. Por esa capacidad de transformarnos, de querer que se hunda todo o de sentirte Zeus en el Monte Olimpo. Y hoy en día con esto de las redes sociales queda muy bonito lo de la “moral superior” diciéndole a los demás lo que hacen bien o mal. Pasa en todos los sitios, no solo con nuestro equipo de fútbol. Imagino que será el punto narcisista que nos hace humanos (y ninguno estamos libre de pecado). Pero como digo es cíclico, y lo que pienso un domingo tras una derrota no es lo mismo que lo del sábado y mucho menos que lo del viernes antes del próximo partido. “Dicen que estamos locos de la cabeza…” y es la verdad. Si cuando estamos muy contentos todo lo que nos sale es “Sha la la lá…” Con esto quiero decir que le quitemos importancia a todo, que no pasa nada. Que disfrutemos de cada momento, del bueno y del malo que nos regala el Recre, y que cada uno lo viva a su manera, que será la mejor para él.
Respecto al partido, volveremos a ver un estadio con muy buen ambiente, los nervios a flor de piel, rezaremos, nos pondremos a gritar, a reír, quizás a llorar… pero no sé si de alegría o de tristeza. Qué os voy contar, si noventa minutos nos cambian, al menos un rato.
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