Estaba escribiendo esta columna en mi ordenador, hablando de que el Ayuntamiento no es capaz de predicar con el ejemplo de lo que pide en el pliego de venta: ni ofrece mecanismos, ni plan de viabilidad, ni un futuro a más de dos meses, como asegura Carlos Hita. Si todo se gestiona es por el dinero en metálico que consigue, de nuevo, de sus aficionados. Esos entre los que estamos tú y yo. Los que movimos el mundo por conseguir dinero, los que nos hacemos abonados casi a ciegas por amor a unos colores, pero los que estamos desamparados ante un tejemaneje con extraños tintes políticos que muchos pensamos pero que no podemos decir claramente. Os aseguro que llevaba escrita muchas palabras, casi finalizando esta sección semanal cuando lo he seleccionado y lo he borrado todo.
Estoy aburrido, harto, hastiado. Es volver a decir lo mismo, una y otra vez, y otra vez y otra vez. El día de la marmota. Cuando miro atrás sólo veo oportunidades perdidas, con la misma reiteración: una y otra vez, y otra vez. Se perdió la oportunidad con la operación Isla Chica que “saneó” al club y se lo quedó el Ayuntamiento de aquella época para manejarlo con su crédito electoral. Se perdió otra oportunidad importante cuando las deudas llegaron y se vendió en un más que incierto acuerdo a Víctor Hugo Mesa, al que nunca le importó el Recre, y del que llegó Pablo Comas. Se perdió la oportunidad cuando se expropió y no se realizó una gestión directa con la gente que había puesto dinero y se ofreciera el club a la ciudad y sus aficionados. Otro tiro al aire fue el acuerdo con Eurosamop por “un puñado de euros” cuando se pudo hacer antes de mejor manera y sin cláusulas tan restrictivas… y otro fue pagar siete kilos a Hacienda para no volver a generar un plan de gestión efectivo. Y otro vender el Trofeo Colombino y acordar un préstamo a corto plazo con el primer prestamista que pasó. Y habrá más errores.
Pero no toda la culpa es de los que han estado ahí. Me emociono cuando la gente salió a la calle contra Comas, llenando Huelva de recreativismo y de defender la historia de la ciudad, y quizás perdimos la oportunidad de que eso volviera a suceder, fuera quién fuera el propietario, simplemente por exigir el bien de nuestro club, de defenderlo con nuestros únicos colores y sin personalizarlo en nada.
A día de hoy lo único que me anima es Salmerón y la plantilla. Así que por favor, a quien le corresponda, paguen al día los sueldos de estos profesionales. Por nosotros, los aficionados.
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