Maldito Recre, me tienes loco. Pero no en el significado positivo de la palabra, si no el más cercano a la perturbación y a la desgana. Este vía crucis que se inició hace muchos años, quizás cuando aún nos creíamos grandes, no ha ido allanando las piedras del camino. Al contrario, cada temporada es más difícil, cuesta más, y aunque me duela decirlo, aburre más. Maldito Recre, que no me regalas alegrías, que casi llego a la conclusión de que podría aprovechar el tiempo mejor. Maldito Recre, este Recre de ahora, no el de mis recuerdos, que me hace tener estos sentimientos tan encontrados. Un Recre descabellado en el que he perdido casi toda la confianza deportiva en un año que había que mirar hacia arriba. Un Recre ‘desonubizado’ que ve cómo Antonio Domínguez celebra su cumpleaños más feliz cuando aquí no tuvo oportunidades (y era el pichichi de la pasada campaña). Un Recre en el que ya no sabes qué hacer, porque con las declaraciones de César Negredo o del nuevo director deportivo, Óscar Carazo, me quedo con la amarga sensación de que aquí no todos están implicados y además se sienten muy presionados. ¿Pero dónde creéis que jugáis? ¡Esto es el Real Club Recreativo de Huelva! Y en 2ªB ya podemos ser los más pobres, los que vengan en peor racha, que debemos ir siempre con la cabeza alta y con ganas de comernos al rival. Sólo hace falta ver nuestro estadio, nuestra grada albiazul, que con lo que aguanta sigue acudiendo en un número más que bueno para la división en la que estamos. Nuestro escudo, nuestra historia. Esa que no se está respetando como debe, o sí, porque históricamente parecemos caer en el agujero de la desesperación. Maldito Recre, que no sé si debo abandonar mis críticas y pensar sólo en animar o retorcer un poco más la crueldad.
Me tienes loco, Recre. Porque si fuera coherente estaría gastando mi tiempo en algo mejor y más productivo, en otras actividades lúdicas, pero sólo quiero ir a verte, verte ganar, porque eso mejora toda mi semana, y pensar que el cadáver de otros años está resucitando y no viajando al Infierno de la Tercera División. Porque, Maldito Recre, eso sí sería lo más humillante que podría ocurrirnos. Y los que quedaremos aquí somos “los de siempre”, los que aguantamos sin que se nos escuche, los del punto en la boca cuando estamos cabreados por “el bien del equipo”. Maldito Recre, iré a verte, pero qué lejos te siento. Ven y acércate, dame una razón para volcar de lado todos los sentimientos que tengo ahora y construir nuevos. Queremos un camino hacia el futuro, pero, ¿tú quieres, Recre?
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