Desde Conil

Tertulias veraniegas

El pasado verano me encontré en la playa a un compañero de tertulias escolares. Ese con el que intercambio opiniones acerca del mundo que nos rodea...

Publicidad Ai Publicidad AiPublicidad Ai

El pasado verano me encontré en la playa a un compañero de tertulias escolares. Ese con el que intercambio opiniones acerca del mundo que nos rodea, mientras nuestros hijos entran o salen del colegio. Tras un saludo cordial y un estrechamiento de manos, este me abordo con un tema que lo tenía preocupado este verano. Mientras nos refrescábamos los pies en la orilla y el levante nos azotaba con su ira, este me fue contando lo que le preocupaba y le dolía como conileño.

Tras haber paseado por nuestros pinares esta persona. Había quedado en estado de shock al comprobar que los pinares no estaban tan limpios de maleza, ni tampoco se había hecho corta fuegos como en otros veranos. Su preocupación era aun mayor gracias al temporal de levante que llevaba un mes azotándonos. Él pensaba que si se producía un incendio sería difícil sofocarlo.
Al mismo tiempo que los pies se me refrescaban, la memoria también se me refresco. Me acordé de un incendio que viví en primera persona en Julio de 1987. Trabajando en la construcción en ese mes y año en lo alto del Punta Lejos. Recuerdo que pasando por el arroyo de la Fuente del Gallo en el coche de un tío mío, este me llevaba a la obra a eso de las tres menos cuarto de la tarde. De repente nos vino un olor a quemado. Rápidamente pensamos que algo se estaba quemando por allí. Apenas le prestamos atención, seguimos con nuestro camino sin detenernos.

Una vez en nuestro destino, seguimos con la reforma que le estábamos haciendo a un chalet.
Pasada las tres y media, para nuestra sorpresa vimos como entraba en aquella parcela de tierra el camión de bomberos que tenia nuestro municipio. Este vehículo además del tanque de agua interno que era de reducida capacidad, traía enganchado un remolque. Este era una tanqueta para agua también.

Al volante de aquel camión venia mi padre, conocido como Roldán el municipal. Este ejerció más de 30 años como guardia municipal, lo que conocemos hoy en día como policía local.
Trabajo que compaginaba con el de bombero. Como era de costumbre le acompañaban Aragón y Chavera, esto eran dos fontaneros que pertenecían a la plantilla de trabajadores del ayuntamiento.
Este trío de ases muchas noches invernales, paso achicando agua en las calles bajas de Conil, normalmente en la calle Ancha y en el Carril de la Fuente. Esto ocurría cuando en nuestra localidad en invierno llovía a mares y el alcantarillado estaba obsoleto para drenar tanta agua.

Además este equipo que desde el año 1982 pertenecía al consorcio de bomberos de la provincia, actuó en muchas tardes y madrugada de estío en la extinción de muchos incendios en nuestro municipio y en otras localidades de la provincia.

Estos miembros del cuerpo de bomberos de Conil, explicaron a los dueños de la finca porque habían invadido aquel terreno sin previo aviso. Contaron con voces nerviosas y alteradas, que estaban apagando un incendio que se había producido en las inmediaciones del arroyo de la Fuente del Gallo. Se habían quedado sin agua y venían a pedir que les dejaran repostar allí. La dueña rápidamente les negó que se abastecieran de su pozo, con buenos modales les pidió que abandonaran su propiedad. Estos hombres sorprendidos a regañadientes se disponían a abandonar la finca, cuando el marido de la señora empezó a gritar ¡fuego!, las llamas habían avanzado con la ayuda del fuerte viento de levante y estaba quemando los cipreses que servían de valla en este terreno.

Aquella mujer de armas toma y de origen catalán, tuvo que ceder y pedir perdón. Además de suplicar para que mi padre y sus compañeros no se marcharan. Les permitía llenar los depósitos de agua, con la condición que evitaran que las llamas no devoraran su chalet.

Tras este suceso, mi padre me comento que el incendio había sido provocado y tenía cuatro focos estratégicamente estudiados, para que se quemaran todos los montes públicos y pinares hasta la limitación con el término de Chiclana. Unos meses más tarde en la prensa pudimos leer. La especulación del suelo provoco los incendios en Tarifa, San Roque y Conil, en Julio de 1987.

Mi compañero de tertulia me recordó un incendio más reciente en nuestro municipio. El 16 de julio de 2006. Cuando se produjo un incendio minutos después del medio día en las inmediaciones del Pinar del Colorado, muy cerca del colegio Pin aleta de la Boquilla, afectando a unas 190 hectáreas_ 55 de matorral y 135 de pinares, obligando al desalojo de cientos de viviendas de la urbanización de Roche. Además de este otros tres incendios azotaron durante los días anteriores zonas de monte y matorrales en las mediaciones de la Cala del Aceite.

En tiempo de bonanza la delegación de Medio Ambiente de la Junta de Andalucía, realizaba actuaciones preventivas en nuestros pinares, como realización de corta fuegos en 119hectáreas y labores manuales en otras tantas. Dada la importancia ambiental en esta zona y la población residente que se multiplica en verano.

Tras dar por concluida la tertulia, mi compañero Manolo se despidió rogando a las administraciones que tuvieran competencia sobre nuestros pulmones verdes, que evitaran la dejadez porque el día menos pensado nos levantaríamos consternados por la desaparición del patrimonio natural de los conileños..

Envía tu noticia a: participa@andaluciainformacion.es

TE RECOMENDAMOS

ÚNETE A NUESTRO BOLETÍN