No puede negarse que el Betis ha desarrollado la victoria ante el Girona una buena suma de puntos que le han valido para volver a colocarse en la zona noble de la clasificación de Segunda y moverse en la ‘pomada’ de los equipos que lucharán de aquí al final por un lugar en Primera División la próxima campaña.
Son siete puntos los que el cuadro de Julio Velázquez ha conseguido acumular en las últimas tres semanas de competición, cuatro de ellos contra rivales que a día de hoy se sitúan coliderando el campeonato junto con Las Palmas; próximo rival bético.
Además, el bagaje defensivo ha sido impoluto en los dos partidos más recientes de la escuadra de las trece barras, pues los verdiblancos sellaron la portería con más o menos contundencia tanto ante el Mirandés en el Villamarín como este domingo frente al Valladolid en Pucela.
No obstante y a pesar de los buenos resultados que los de Heliópolis han cosechado, la crítica en torno al juego que los de Velázquez despliegan sobre el césped en cualquier choque, continúa existiendo.
Y es que en el Nuevo Zorrilla pudieron verse otra vez las grandes carencias de todos y cada uno de los encuentros que el Betis ha disputado desde que arrancara su andadura por la categoría de plata del fútbol español. El pase de las jornadas no altera nada.
La ‘Rubendependencia’ del bloque bético es manifiesta y se hizo palpable, pues únicamente del canario, puede esperarse algo distinto que acabe desequilibrando la contienda. Por lo demás, precipitación y equivocadas decisiones amén del bajo estado de forma que atraviesan algunos jugadores como es el caso de N’Diaye y en menor medida, futbolistas como Álvaro Cejudo cuyo rendimiento futbolístico sin duda ha disminuido desde que diese comienzo la temporada.
Sin embargo, es el técnico salmantino quien se lleva la palma en cuanto a las dudas instaladas en el beticismo. La hoja de ruta marcada por el entrenador del Betis no termina de convencer a un sector mayoritario de la afición verdiblanca, pues siete jornadas después, el conjunto heliopolitano no posee un patrón con el balón definido y un estilo de juego que marque el ritmo de los encuentros. Tarea que Velázquez, deberá mejorar.