Curioso Empedernido

Enfoques y desenfoques

Ante el mundo hemos de poner a prueba con nuestra capacidad de improvisación, sin sobrecargas mentales, servidumbres y dependencias

Cuando dejamos los miedos atrás, somos capaces de dar los pasos necesarios para contemplar la realidad de otra manera. Entre la calma y la efervescencia, nuestra mente no para de trabajar.

Si el mundo pasa por nosotros, casi siempre tenemos muchas cosas que decir y  hacer.

Cada vez que comienzo la aventura de escribir, me doy cuenta y me emociono,  cuando inicio una nueva línea de una nueva página. Me parece estar haciendo algo distinto, aunque sea una acción miles de veces repetida. Es la extraña sensación de estar creando con las palabras, algo que podría haber sido de otra manera y comunicar justamente lo contrario.

Entre oportunidades aprovechadas y trenes perdidos, vamos abriéndonos puertas y estableciendo vínculos. Con enfoques y desenfoques, debemos hacer más por nosotros mismos, establecer las prioridades, a mantener la sangre fría y no olvidar lo importante.

Sin alejarnos de nuestros objetivos podemos cambiar nuestras costumbres y mirar hacia otros horizontes, sentirnos muy especiales y que una experiencia nos lleve a un gran aprendizaje, sin olvidarnos que cuando sumamos, multiplicamos y cuando restamos, dividimos.

Ante el mundo hemos de poner a prueba con nuestra capacidad de improvisación, sin sobrecargas mentales, servidumbres y dependencias, ni  entrar en el remolino de emociones que nos hace perder el control, denunciando lo injusto, pero sabiendo pactar aquello que puede redundar en beneficio de la comunidad.

Desde lo visible, si nos fijamos bien podemos descubrir lo invisible, con aprobaciones, suficiencias e interferencias. Paseos y jaleos, abundancias y escaseces, irritaciones y tolerancias, genios e ingenios, afirmaciones y arrepentimientos.

Las soluciones a los problemas no surgen de lámparas maravillosas ni debajo de las piedras, y si no crecemos difícilmente repartiremos, si ganamos menos no podremos consumir y gastar más. No podemos ser como el perro del hortelano “Qué ni come ni deja comer”

Nuestros enfoques y desenfoques cambian con el tiempo, nuestras fuerzas con la edad. Una anciana fue a pulsar el timbre en el autobús pero no pudo, y una joven a su lado, lo hizo por ella, y ésta con toda la dulzura de sus muchos años le dijo “La fuerza de mi mano no es la tuya” 

Muchas veces no hay maldad en las palabras sino inconsciencia y desconocimiento, lo que suele inevitablemente dar lugar a malentendidos. Si tenemos claro cuáles son nuestras prioridades, sabremos salir airosos y enfrentarnos a los retos por muy inesperados que resulten.

No debemos ni descuidarnos ni estar excesivamente centrados en nosotros mismos, tanto en uno como en otro caso nos convertiremos en nuestros mayores enemigos, y cuando nos fijamos un plazo debemos  tener fecha de partida y llegada, sino terminamos por no saber hacia dónde dirigir nuestros pasos.

Hemos de relativizar muestro papel y actuaciones, que lo que no podemos hacer hoy, lo haremos más adelante y de nada nos sirve agobiarnos. Tenemos que ser pacientes para recibir el reconocimiento que tanto anhelamos y no dejar de esforzarnos para hacer realidad nuestros sueños.

Es bueno y saludable que seamos valientes pero no osados, y cuando nos toque irnos hacerlo sin dar portazos ni armar ruidos, con la elegancia de dar paso a otros que seguro lo harán mejor que nosotros.
 

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