Curioso Empedernido

Cuentos y recuentos

Aquella carta era que para que los Reyes Magos nos trajeran, lo que todos deseábamos y tanto tiempo llevamos pidiendo

Ni voy a echar a fantasear mi imaginación para contarles cómo ha sido el año que acabamos de dejar atrás, el 2018 en nuestra Comarca. NI tampoco piensen que les recuente lo que no se ha cumplido y ha faltado realizar por parte de los Gobiernos de turno instalados en las distintas administraciones con referencia a nuestra zona. Ni una cosa ni otra, simplemente les voy a contar una historia.

Es posible que haya gente que les guste y otras que no, están en su perfecto derecho. Ni les voy aprobar una cosa ni reprochar la otra, ni con grandes palabras ni con la boca pequeña.

Hay cosas a las que queremos darle mayor importancia y nos recreamos en nuestro lenguaje, y otras que nos gustaría que no hubiesen pasado y permanecemos silenciosos.

Érase una vez, un personaje extraño llamado Ludovico, que entre cuentos y recuentos dejaba  casi todos los que le rodeaban con un palmo de narices.  Aunque tenía un aspecto ridículo, era un adicto al dinero que se mostraba exultante entre sandeces, y conforme la mañana se iba desperezando, iba cobrando calidez.

Su adicción a poseer cada vez una mayor fortuna, le inclinaba a sentir gran predilección por las apuestas y los desafíos,  y su fantasía era el mejor de sus recursos, pero cuando hacia milagros era cuando abría la boca, ya que su forma de hablar calmaba a los más irascibles y convencía a los más incrédulos  para salir de cualquier situación complicada.

Sabía hacer la elección oportuna y mostrarse más duro de lo que realmente era. También era paradójico que mientras todos volvían, él quería marcharse, cuando todos estaban empeñados en respetar la tradición, él se empecinaba en romperla.

Había aprendido a no dejar nunca heridos, si se cruzaba  con alguien que se encontraba realmente mal intentaba  asistirlo o auxiliarlo. Sabía que era preferible el procurar establecer puentes de diálogo que ponerse a pegar codazos y empujones.

Un día  de Enero, de los primeros de 2019,  creo que era el 3, sin saber cómo ni por qué,  Ludovico, se colocó delante del ordenador y se puso a hacer una carta a los Reyes Magos, porque él, como muchos de los de su generación, no le caía mal Papa Noel, pero era de los tres de Oriente.

Y puestos a explicarles, les dijo que  el Campo de Gibraltar es un territorio con grandes cualidades y potencialidades, que teníamos el primer Puerto de España, una pujante industria, dos Parques Naturales, y que nuestra posición estratégica es envidiable.

Pero aquella Carta, no era para que contarles cuentos que ya  parecían recuentos, y sonaban a oídos y sabidos, aquella carta era que para que los Reyes Magos nos trajeran, lo que todos deseábamos y tanto tiempo llevamos pidiendo.

Como cuando, de verdad, y sin más retrasos íbamos a tener conexión ferroviaria, y para cuando podríamos tener en funcionamiento la modernización y electrificación ferroviaria Algeciras- Bobadilla, cuando se pondrá en marcha las medidas encaminadas a disminuir las altas tasas de desempleo en el Campo de Gibraltar.

Baltasar, que había llegado a los muelles del Puerto de  Algeciras, algo antes que sus compañeros Melchor y Gaspar, en una embarcación de Salvamento Marítimo, ya que había sido rescatado con otros 33 inmigrantes procedentes de uno de los países donde todos los días muere gente perseguida o por el hambre, le contestó que antes del verano, tendrían Ferrocarril, pero que ya se sabía el resto de la carta de memoria. Ludovico: “Todos los años nos pedís lo mismo”
  

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