Vivimos en esta sociedad globalizada en riguroso directo, en el momento que se está produciendo, desde el lugar que está ocurriendo.Podemos ser espectadores o actores de un acontecimiento festivo o luctuoso, asistir a un partido de fútbol o contemplar con la mayor de las indiferencias cómo la gente se mata en conflictos inútiles y guerras sin sentido.
Como protagonistas de nuestras propias vidas experimentamos en directo alegrías y tristezas, placeres y dolores, aprendizajes y pérdidas de tiempo. Después en diferido cada cual cuenta la historia como le va, y en demasiadas ocasiones como ocurre con las de los pueblos, las civilizaciones y territorios, ésta se parece bien poco a la realidad, si no está sustentada y documentada con rigor.
La política y los políticos como quehacer ordenado al bien común y personas con un compromiso ético, deberían encargarse en una sociedad como la nuestra de mujeres y hombres libres, de resolver los problemas que plantea la convivencia colectiva, tanto en directo como en diferido.
Pero no es esa la percepción que tienen los ciudadanos y ciudadanas, que cada vez que se les pregunta por tales menesteres, en lugar de vivirlos y estimarlos como fuente de soluciones, los sufren y padecen como foco de preocupaciones y conflictos.
Sin ir más lejos, fijémonos en lo que más a mano tenemos, que un día nos escandaliza, el de en medio nos engaña y el tercero nos decepciona, nuestro gobierno del PP, el que preside el señor Rajoy, que en directo miente y en diferido se demuestra que también, que envueltos en el barniz de los eufemismos, suavizan tanto la verdad que no solo no es creíble sino que se convierten en una catarata de falacias.
En un país como esa querida España nuestra que también cantaba la desaparecida Cecilia, y que en realidad sin la censura franquista era España muerta. A eso podemos estar yendo paso a paso, si cuando 300.000 jóvenes han tenido que marcharse al extranjero desde 2008, y el paro hasta los 25 años es de alrededor de un 57%, y a esa fuga de cerebros y de mano de obra, se le llama” movilidad exterior”.
Si entre el directo de ayer a un señor como don Luis Bárcenas, ex tesorero del PP, el señor Arenas, dirigente del partido y Secretario General de mismo desde 1999 a 2002, se pronunciaba y lo consideraba “todo un modelo de buen trabajo, profesionalidad y, en nuestra organización ha sido un ejemplo de decencia“, pero eso era el 18 de Enero de este año y en directo.
El pasado martes y trece, que no son días no solo ni para casarse ni embarcarse sino tampoco para declarar en un juzgado, ya en diferido ante el juez Ruz, admite que no se controlaba el cumplimiento de la Ley de Financiación de los partidos políticos, reconoce una reunión para dar coche y despacho al ex tesorero, y en un ataque de amnesia selectiva no recuerda que se hablase de ningún sueldo.
Y al día siguiente , a la víspera del puente, doña María Dolores de Cospedal, doctora del diferido que convirtió los sobresueldos en complementos y gastos de representación, dijo en directo ante el magistrado Ruz, que de contabilidad B, nada de nada, no le consta, que por tanto a ella que la registren. Lo que resulta difícil de comprender en directo es como en octubre de 2008 firmó un poder notarial otorgando “las más amplias competencias para la administración, disposición de los bienes e intereses del partido” ¡No hay quien lo entienda!
Pero es más, para situar las cosas en su sitio, afirmó que las condiciones de la salida de Luis Bárcenas se pactaron en el encuentro que mantuvieron el ex tesorero, su esposa, Rosalía Iglesias, con Mariano Rajoy y Javier Arenas en marzo de 2010. En Génova y en Moncloa están que trinan.
Entre cosas y casos, cada uno va a lo suyo, pero casi nadie se encarga de lo nuestro, cada cual intenta salvar el trasero situando la pelota en el campo del otro, nadie asume responsabilidades y nosotros aburridos y sin perspectivas de solución, tanto en directo como en diferido.
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