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Fútbol

Hoy vengo a hablar de fútbol, porque el Recreativo de Huelva se merece salir, aunque sea temporalmente, de uno de los quistes

Publicado: 21/01/2019 ·
21:57
· Actualizado: 21/01/2019 · 21:57
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Autor

José Bueno

José Bueno es aficionado al Recreativo:

Desde la red

Análisis sobre la actualidad de todo lo que acontece al Decano del fútbol español, el Recreativo de Huelva

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Hoy vengo a hablar de fútbol, porque el Recreativo de Huelva se merece salir, aunque sea temporalmente, de uno de los quistes más grandes de su historia. Olvidamos la burocracia, las estrategias de distintos grupos o personas, la separación de la afición por una lógica discrepancia ideológica y los “¿qué pasará?” hacia otro viernes. Tampoco pretendo hablar de la gestión de la ilusión, no soy quién para hacerlo y el mismo derecho tiene el que ya se ve ascendiendo que el que es cauto, aunque hoy en día nos molesta (por lo que se ve en Twitter y redes sociales) hasta el cómo se siente uno interiormente con su equipo. Que está muy bien expresarse, pero no pasa nada si lo que lees no es igual a lo que piensas. Simplemente gestiónate tú mismo, cuenta tus cosas y ya está. Lo que te afecte, va a depender sólo de ti.

Y siempre se puede mirar a otro lado, que es perfectamente lícito y hasta recomendado. Obviando ese primer párrafo en el que he mentido, porque no he hablado de fútbol como empecé diciendo, voy a retomar mi camino en dos jugadas protagonizadas por el mismo hombre: Chico Díaz. Debutaba el veterano delantero con la elástica albiazul, en Don Benito, y desde lejos del área y a sabiendas que el portero rival dejaba metros a su espalda, intentó un disparo lejano. Cuando lo vi me llevé las manos a la cara y pensé que nos habían engañado. El disparo fue lamentable, flojo, mal dirigido.

Pero Chico Díaz sacó la batuta de la sabiduría, de la experiencia y de la autoconfianza, y unos minutos después, justo antes de terminar el partido, intentó exactamente lo mismo y le salió bien. En aquel momento el delantero almeriense nos regaló una enseñanza a todos los aficionados que como yo, ya estábamos juzgando demasiado deprisa. Una muestra inequívoca de creer en lo que hace, de que un error no debe mermarte y tienes que seguir intentándolo si estás seguro de ello. Una enseñanza de vida. Lo cierto es que Chico Díaz anotó su primer gol y nos dejó cargados de razones para creer en este equipo deportivamente.

Otro que siempre ha creído en su sistema es Salmerón. Acostumbrados a lo instantáneo, y tras malos años, a veces se nos olvida la siembra que merece un equipo. Salmerón empezó a construir la casa por sus cimientos, a base de defensa, pero es que ahora veo al equipo incluso con muchas capacidades ofensivas. Todo basado en lo mismo, la confianza, el trabajo diario y saber que una liga no es un partido, si no una maratón que acaba en un año. Y no queda más que seguir corriendo.

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