Matrícula de deshonor

A base de dietas

Uno de los hábitos más comunes en nuestra sociedad tras las vacaciones estivales es la vuelta al gimnasio, a las carreras nocturnas, y sobre todo, a las dietas

Publicado: 24/09/2018 ·
10:57
· Actualizado: 24/09/2018 · 10:57
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Autor

Federico Pérez

Federico Pérez vuelca su vida en luchar contra la drogadicción en la asociación Arrabales, editar libros a través de Pábilo y mil cosas

Matrícula de deshonor

Un cajón de sastre en el que hay cabida para todo, reflexiones sobre la sociedad, sobre los problemas de Huelva, sobre el carnaval...

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Uno de los hábitos más comunes en nuestra sociedad tras las vacaciones estivales es la vuelta al gimnasio, a las carreras nocturnas, y sobre todo, a las dietas. En estos meses, mirarse al espejo mientras nos sujetamos los muchos o pocos ‘michelines’ que hemos adquirido en estos días de verano se convierte en un ritual desagradable, incómodo y desmotivador que ejerce una constante sensación de culpabilidad en nuestro estado de ánimo.

Son esos momentos, en ese preciso instante en que te miras, cuando recuerdas las copiosas cenas en chiringuitos, la cebada líquida ingerida a diario o los constantes helados de infinidad de sabores que hemos engullidos como si no hubiese mañana, sabiendo de antemano el tremendo esfuerzo que costará bajar cada uno de los kilos que se han adherido a nuestro cuerpo sin invitación expresa.

Aquí comienza una dura lucha inconstante, una carrera contrarreloj a base de ‘verde’ y agua que no acabará hasta el próximo verano. En este proceso de flagelación personal no faltarán los milagrosos remedios dietéticos conocidos, a los que les iremos dando oportunidades absurdas, con los que sólo perdemos el dinero y ganaremos frustración. Google en estas semanas ‘hace el agosto’ y se convierte en el recurso facilón para todos los desesperados como yo, que buscan una fórmula rápida y sin mucho esfuerzo, una especie de varita mágica que nos devuelva nuestra forma preveraniega, que por desgracia para nuestra salud, siempre encontramos.

Ante este tipo de situaciones, nos tragamos de todo, aquí no filtramos los datos con objetividad, siendo esa debilidad el mayor de nuestros problemas, en el que surgen cientos de dietas con importantes estudios que nunca vemos, con tal de minimizar la dichosa culpa. Pero ésta sólo es la primera fase de la adaptación que nos queda por vivir, aún queda sacar la ropa de invierno y sufrir ese impacto abrumador al observarla encajada a presión en nuestro cuerpo, pero eso da para otra historia.

Lo que siempre me digo: sean sensatos, asuman su realidad, que para eso la han disfrutado, escuchen a profesionales y que nunca falte el deporte, eso sí, siempre con moderación.

 

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