Sin Diazepam

Zaplana llama a mi puerta. No abro porque esta es mi maldita acera

Ahí los tienes, maqueados, con la piel suave y bronceada, peinaditos y con una manicura a cobro revertido con tus impuestos

Publicado: 25/05/2018 ·
19:00
· Actualizado: 25/05/2018 · 21:39
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  • Esta es mi maldita acera. -
Autor

Younes Nachett

Younes Nachett es pobre de nacimiento y casi seguro también pobre a la hora de morir. Sin nacionalidad fija y sin firma oficial

Sin Diazepam

Adicto hasta al azafrán, palabrería sin anestesia, supero el 'mono' sin un mísero diazepam, aunque sueño con ansiolíticos

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Soy un apasionado del proceso de desaprender. Te enseñan algo, lo aprendes y luego la experiencia te deja claro que era erróneo y decides resetearte. Un ejemplo claro clarísimo para que me entendáis. La mujer es el sexo débil o la mujer en la cocina y el hombre en el trabajo o aquello tan ‘gracioso’ que oía desde la más tierna infancia de tú dale dos hostias que ella sabrá por qué. ¿Os suena? Pues esa mierda la sigo desaprendiendo… Fueron muchas las películas, los libros, los anuncios, las personas que quisieron vendernos que la mujer era un cero a la izquierda y que ser hombre conllevaba unas pautas de rancio abolengo machista.

Me dan más miedo los que visten de traje que los que andan descalzos. Me han robado más, me han hecho más daño, a mí, a ti, a mis hijos y a los tuyos

¿Está claro? He puesto este ejemplo porque a día de hoy tienes que ser un gilipollas ‘unineuronal’ para pensar que la mujer es inferior al macho cabrito. Haberlos haylos. De hecho hay hombres y mujeres machistas, hombres y mujeres racistas, hay hombres y mujeres imbéciles capaces de confundir la pata de una silla con un cimbrel, pero es que de lo contrario este mundo sería una puta maravilla.  Y siento decirlo, creo que son una pechá los que tienen menos cerebro que una lombriz de tierra. Y aquí engancho con mi tema.

Una calle cualquiera. Mi acompañante me sujeta el brazo o me tira de la camiseta. ¿Qué ocurre? ¡Ah! En la misma acera hay un tipo con mala pinta. Sucio, decrépito, con unas ojeras que son dos arco iris grises invertidos, apesta a alcohol. Insisto en no desviarnos y pasamos a su lado. No ocurre nada.

Mi amor, no sabes la de veces que se han cambiado de acera cuando me han visto. Ahora ya no tanto, pero hubo un tiempo en que mi evidente pobreza asustaba a la gente de bien.

Mira la tele, querida, lee la prensa. ¿Me entiendes? Si llaman a mi puerta y es un hombre, o una mujer, desaliñado, con manchas en su tez, sin apenas un diente en pie, con una negrura eterna en las uñas… abro. Quizás algún día intentará robarme ¿el qué? ¿el microondas? ¿Un par de zapatos? Casi siempre cuando se acercan es para pedir… seguramente para alimentar su adicción ¿y qué?

Mira la tele, querida, lee la prensa. ¿Me entiendes? Si llaman a mi puerta y es un hombre, o una mujer, trajeado, encorbatado, con una sonrisa vitaldent y apesta a colonia… no abro. O quieren venderme alguna mierda, o traen una factura, o tratan de convencerme de que su dios me quiere a su jodido lado.

Me dan más miedo los que visten de traje que los que andan descalzos. Me han robado más, me han hecho más daño, a mí, a ti, a mis hijos y a los tuyos. Lo sabes, pero prefieres seguir en la misma acera.

Ahí los tienes, en el banquillo de los acusados, maqueados, con la piel suave y bronceada, peinaditos y con una manicura a cobro revertido con tus impuestos. Ahí nos tienes, en las listas de espera, desangrándonos en la sala de Urgencias, sentaditos en aulas sin calefacción y con el dinero para una vejez digna  tomando el sol y un daiquiri en un paraíso fiscal al que tú (ni yo) no accederás ni en tus mejores sueños.

Ojala fuese solo Zaplana, o Correa, o Puyol, o Chaves, o Bárcenas, o el chófer del director general de Trabajo de la comunidad autónoma con más paro de España. Son muchos y más que serán. Están aquí, allí o acullá y si nos cruzamos con ellos apenas nos despiertan miedo... huelen bien, visten mejor.

Nos dan miedo los pobres...  muchos lo son a consecuencia de lo robado por los arriba mencionados. Huelen mal, visten peor. Es lo que nos enseñaron. Pero desaprendo. Yo estoy en esta acera. Siempre estuve en esta acera. Huelo mal, visto peor y a veces hiedo a alcohol. Disculpen, llaman a mi puerta... es Zaplana. Tiene suerte... como me dan miedo las armas, le reviento mi odio en su cara con simples y humildes letras porque...  yo no lo olvido... esta es mi maldita y desgarrada acera.

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